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CHILE - En el ojo del huracan

Manuel Villar

Jueves 13 de septiembre de 2007, por Manuel Villar

1ro de septiembre de 2007 - La prensa mundial puso su mirada con particular atención sobre la jornada de movilización y protesta que se realizó el miércoles 29 de agosto en distintos puntos del país por convocatoria de la Central Unitaria de Trabajadores, deteniéndose en sus causas y consecuencias, entregando elementos de juicio más allá de las pasiones que atraviesan hoy al mundo político chileno.

Sin que llegara a ser una movilización generalizada y menos masiva -en comparación a eventos anteriores como los 36 días de paro de los trabajadores subcontratistas de Codelco o la “revolución de los pingüinos”-, la convocatoria de la multisindical tuvo un impacto público nacional e internacional inesperado, tal vez por los niveles de violencia, represión, desinteligencias y desencuentros en el gobierno concertacionista frente a la demanda de corrección del modelo social y económico y por las profundas deudas sociales pendientes.

En una suerte de “crónica anunciada”, los analistas ven en el marco de esa jornada y otros conflictos un virtual quiebre en la Concertación y un clima de tensiones agudizado por una muy desigual distribución de la riqueza, pese al crecimiento económico que registra el país.

Es así como el Financial Times calificó la jornada de protestas como “un nuevo golpe para la Presidenta socialista (Michelle Bachelet), cuya popularidad ha caído en los últimos meses después de la problemática introducción del imperfecto nuevo sistema de transportes para la capital”.

En tanto, medios electrónicos e impresos de Argentina y Uruguay se refirieron a deudas sociales y a un “clima de malestar”. La “vasta movilización de trabajadores exigió a la Mandataria “cumplir su promesa de construir un Estado más solidario y reducir la desigualdad social”.

En Panamá, el diario La Prensa, que al igual que los demás medios de comunicación recoge la percepción de corresponsales acreditados en Chile, explica que: “basado en un modelo económico instaurado en la dictadura de Augusto Pinochet, Chile se ha consolidado como una de las economías más sólidas de América Latina, con decenas de pactos comerciales que han multiplicado las ganancias de las empresas, pero que en materia laboral y salarial muestra rezagos”.
“La protesta desnudó las fisuras políticas que genera el modelo económico en la propia coalición de gobierno”, acotó el análisis en forma casi lapidaria al referirse, entre otros factores al apoyo explícito que brindó el gubernamental Partido Socialista a la movilización de los trabajadores, algunos de cuyos parlamentarios encabezaron columnas durante la marcha.

Desde otro ángulo, La Jornada, de México, sostuvo que “las movilizaciones populares tuvieron importantes efectos colaterales, entre éstos el regreso de viejas prácticas represivas de la policía militarizada de carabineros, uno de cuyos oficiales golpeó con una macana en la cabeza al senador socialista Alejandro Navarro”, desafortunada imagen que dio la vuelta al mundo, como también la hidalga y ejemplar actitud del parlamentario al reaccionar con mesura, sin ánimos de revancha y con altitud de mira.

Los medios de prensa internacionales resaltaron también la detención del prestigioso abogado en materia de Derechos Humanos Hugo Gutierrez y del premio nacional de Literatura, Raúl Zurita, así como golpes propinados al dirigente comunista Lautaro Carmona en momentos en que un oficial de Carabineros agrediría luego al senador Navarro.

El diario brasileño Folha de Sao Paulo tituló: “Día de protestas muestra división en Chile” y destacó cifras del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo sobre distribución del ingreso: “Los más ricos se quedan con el 47%, mientras que el 10% más pobre, con sólo 1,2%”, uno de los causas de fondo en la convocatoria de la multi sindical.

En una lectura más detenida La Nación de Buenos Aires puntualizó: “La protesta contra la política económica del gobierno es el mayor desafío y, a la vez, el golpe más doloroso que enfrenta la Presidenta socialista Michelle Bachelet desde que llegó al poder. Es, en definitiva, un reclamo de sus propios aliados por una mejor distribución de la riqueza en pleno boom chileno, una meta que había sido bandera de campaña de la Mandataria”. “El tan elogiado modelo chileno empieza a mostrar sus grietas”, sentenció a su vez el diario Clarín.

Estas miradas con un prisma externo y desprovisto de pasiones, ponen en su conjunto una suerte de desafío en la mesa de análisis de la presidenta Michelle Bachelet, a un año y medio de iniciado su gobierno y con apenas otros dos o menos para enmendar rumbos en materia de demandas laborales, salarios éticos –como plantea la iglesia- y de equidad… si se considera hacerlo en términos concretos, más allá de los ejercicios de Comisiones.

Un desafío no menor cuando lo que se pide es corrección de un modelo económico que ha resultado muy favorable a la clase empresarial y para la imagen externa a través de favorables indicadores macroeconómicos.

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