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No estamos en los 70s

CHILE - El paro de los Camioneros

Ariel Zúñiga

Viernes 6 de junio de 2008, por Ariel Zúñiga

Algunos asiduos a las historietas las prefieren antes que a la historia y se quedan con los términos vaciados de conceptos: otro gobierno socialista, otro paro de camioneros, y eso les basta para un análisis.

Lejos estoy de ser un defensor del gobierno de Allende, cuando tuvo su oportunidad debió frenar como se lo pedía el PC o avanzar sin tranzar y no optó por ninguna de esas alternativas; su martirio condenó a su pueblo sin darle siquiera la opción de luchar por lo que sentía justo. Pero distinto, muy distinto, es caer en el juego de los caricaturistas y tratar de realizar la más mínima asociación entre Allende y Bachelet.

Ni son los camioneros financiados por la CIA ni intentan reaccionar contra una revolución social. Por otro lado el impuesto específico al petroleo se acerca cada vez más a ser un impuesto confiscatorio para quienes se dedican al transporte.

Los costos generados por el uso de combustibles fósiles son cuatro veces mayores a los que ellos le cuestan al consumidor pero el problema es que no existe una alternativa energética: la opción que se debe tomar es entre el humo o la barbarie.

A nadie le parecería injusto que las mujeres trofeo que se pasean en sus cuatro por cuatro entre el gimnasio y el decorador de interiores paguen lo que efectivamente cuesta la bencina y el diesel, el problema es que nuestro gobierno es de aquellos que no pueden distinguir entre este consumo suntuario y redundante, y el que realiza el obrero para deshumedecer su casa evitando la bronconeumonia. El resultado es que el anciano de Lo Prado y el recién nacido de Pudahuel subsidian con sus enfermedades respiratorias, y a veces con su vida, el juego de adultos de “enchular autos” y correrlos; al que no va a la esquina sin su autito; y a todos los que hacen largos viajes solos en sus automóviles en busca de combatir el tedio.

Se dice que el transantiago está subsidiado pero paga impuesto específico de petroleo al igual que los demás y por lo mismo es casi tanto lo que da como lo que recibe. No tiene explicación que un aumento internacional del precio del petroleo signifique que el fisco recaude más impuestos; pero sí la tiene el que cada uno pague lo que ensucia.

En Argentina los productores de soja reclaman porque Cristina Fernandez intenta gravarlos con un impuesto muy similar al que hoy se paga por los combustibles y el gran error de ella ha sido no distinguir entre los grandes sojeros y los pequeños. En el mismo error ha caído el dogmático equipo económico de Bachelet metiendo en el mismo saco a la Tur Bus y al pequeño transportista.

Se debe discutir el impuesto a los combustible pero desde un prisma completamente diferente: primero, se deben sincerar los costos reales que genera el uso de combustibles fósiles (o externalidades negativas como se les llama eufemísticamente) de manera de cobrárselo a quienes los generan; segundo, se deben reconocer como subsidios todos los usos de combustible que no pagan íntegramente los costos que generan y se los debe tolerar, siempre y cuando, existan finalidades superiores a atender como el crecimiento de la economía del país. Digo del país, no de la contabilidad de las grandes empresas.

En palabras sencillas, no se trata de eliminar el impuesto sino de reconocer que éste, aunque al borde de lo confiscatorio por el alto precio internacional del crudo, apenas cubre los daños ambientales y sanitarios que produce su uso, pero al mismo tiempo esos daños son inferiores a los que produciría su no uso.

Que paguen aquellos que no necesitan del estado, al menos no se cansan de decirlo así, lo que realmente cuesta el petroleo y la bencina (unos tres mil quinientos pesos el litro); y que se exima de impuestos a quienes lo utilizan con fines productivos o de supervivencia.

El día que alguno de los genios Harvard del gobierno se les ocurra algo tan sensato y tengamos una clase política dispuesta a implementarlo será cuando podremos decir orgullosos que Chile es un país y no un mero paisaje. Mientras, la discusión se reduce a la rifa habitual de cuantos décimos más o menos y si la coma aquí o allá: y Velasco lanzará sobre las llamas otros mil millones de dólares como si se tratara de patacones para apagar el incendio.

responsabilite

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