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El ejemplo de la maternidad adolescente

CHILE - El mundo y sus partes

Ariel Zúñiga

Martes 12 de agosto de 2008, por Ariel Zúñiga

Con naturalidad se sostiene que el mundo está compuesto una cantidad determinada de países. Cuando se indaga sobre cualquier tópico se analiza a tal o tales países o la interacción entre uno y otro. Es que los datos referenciales ya se han producido de este modo; resulta más sencillo, barato y menos hostil con los investigadores anteriores seguir este patrón. Sea el tema que fuere la base de todo la constituye el almanaque mundial y luego, las estadísticas de la UNICEF, FAO, Banco Mundial, FMI o de cualquier institución sea gubernamental o no. Es que hasta el nombre genérico estadística refiere a una metodología específica: La contabilidad de cualquier fenómeno, en cualquier unidad de tiempo, siempre y cuando sus datos puedan ser reducidos a un total nacional.

Las decisiones políticas se toman en función de las estadísticas o más bien las estadísticas se producen para la política. En el caso de las decisiones económicas “privadas”, como suelen llamarse, las unidades territoriales de la administración pública no le obstan, aún así producen estadísticas para satisfacer los laxos controles burocráticos a los cuales se les somete. Pero para su funcionamiento, su gobierno corporativo, su crecimiento, el cálculo de sus utilidades, las fronteras nacionales les empecen tanto como límite como a los niños los vértices de las baldosas. Además abundan las oficinas regionales sea para ofrecer servicios comunes, atender a los clientes en idiomas locales o para marketear. La propaganda en que todos se preparan para un partido de fútbol funciona en Argentina, Brasil o Chile; los publicistas deberán cambiar las banderas y a los relatores solamente. Los productos son los mismos y pueden venderse en todas partes salvo pequeños matices culturales que prestamente se satisfacen si vale la pena la inversión.

Contar cuantos pinos crecen dentro de un territorio y llamarlos “bosques chilenos” independiente a que se los lleven personas de otros países y enriquezcan a extranjeros consiste el eslabón inicial de una larga cadena de errores en que finalmente explica que en Punta Arenas, por ejemplo, se exhiban noticias “nacionales” que es lo mismo que decir de Santiago; sin embargo en la capital no se nos muestran noticias de Curitiba, salvo que se trate de una “internacional”, aunque ambas ciudades estén a la misma distancia y exista mayor comercio con la ciudad brasilera que con la chilena. Se dirá y con razón que los vínculos culturales son mayores entre Santiago y Punta Arenas que entre Santiago y Curitiba pero gran parte de esos vínculos son creados y recreados todos los días mediante los medios de comunicación; y se refuerzan por medio de la educación y sus ritos.

Hace un par de días un noticiario exhibía a unos policías nacionales relatando un anécdota en la cual un peruano intentaba hacerse pasar por chileno para eludir un control en el aeropuerto. Desde luego el periodista no recabó en el porqué ser chileno permite eludir ciertos controles, o el ser peruano objeto de ellos; pero se rió junto al policía cuando este le confidenció que para destruir su fachada le pidieron que cantara la canción nacional la cual el peruano no se la sabía. Es decir, habría un test de chilenidad que se puede aplicar a todo sospechoso de no ser compatriota puesto que al ser todos mestizos el ADN no arrojaría resultados concluyentes. No habría ningún chileno que pudiera salvarse de haber cantado el himno nacional en el patio del colegio o que se haya sustraído de todas esas imprecaciones xenófobas, belicosas, chovinistas, en fin, barbáricas, que con prodigalidad se vierten en las clases de historia y en los medios de comunicación para la fecha de cualquier conmemoración: Que ganamos la guerra, que nos independizamos, que nuestros valores patrios, etc. El nacionalismo se trata de una psicosis socialmente tolerada y gubernamentalmente fomentada ¿Qué mejor para el funcionamiento del mundo que los hombres se sientan al mismo tiempo parte de una gran familia y enemigos de todas las demás?

El el programa Réplica del canal católico, dedicado a entrevistar a los candidatos a alcalde, iniciaron el debate sobre el municipio de Peñalolen con un reportaje sobre las madres adolescentes de esa comuna puesto que “lideraban el ranking nacional de embarazos”. El reportaje concluía, luego de que la opinión de todos los expertos fuera conteste, que las niñas no quedaban embarazadas por desconocimiento de los métodos anticonceptivos, puesto que la propia municipalidad gobernada por un conservador las instruía en ese sentido, sino porque ellas querían tener un hijo. Para que usted entienda, se trata de madres entre trece y dieciocho años (puesto que las mayores no se consideran para el cálculo) que planificaban tener hijos. Miles de hijos deseados, arrojados a un mundo mísero y hostil por otros niños.

Cada cierto tiempo se renueva el debate sobre los derechos sexuales y reproductivos que en el fondo no es sino una confrontación entre todo el país contra la piara de conservadores que se oponen a la modernidad con sus pro y contras. El discurso de los liberales es que ese ranking que lidera Peñalolen deja a Vitacura en el último lugar. Vitacura es una comuna en donde no habitan pobres y la mayoría de sus habitantes son ricos; más de alguno apresuradamente podrá decir que el tema del embarazo adolescentes es por tanto una cuestión excusivamente económica y reducible los ingresos. Desde los liberales se insiste en un discurso paternalista que asume que las mujeres jóvenes quedan embarazadas por ignorancia; esto al mismo tiempo que el sexo explícito está presente durante las veinte horas que transmite la televisión abierta, y qué decir de la radio, el periódico y la música que se escucha. Para no relacionar el sexo, que todo niño hoy conoce con lujos y detalles, con el embarazo, se requiere más que un déficit de educación sexual una seria discapacidad cognitiva. Nadie va a quedar embarazada por no saber, tampoco porque no encuentre disponibles pastillas de anticoncepción de emergencia. Se trata de un fenómeno mucho más complejo tanto así que el propio alcalde ultraconservador de Peñalolén debió tomar cartas en el asunto independiente de sus pre conceptos y hoy puede exhibir como trofeo el haber disminuido la cantidad de segundos hijos nacidos de madres adolescentes. Si la tasa de nacimiento de un segundo hijo durante la adolescencia es casi tan alta como la del primero quiere decir que la causa del embarazo está muy lejos de la ignorancia o la disponibilidad de métodos contraconceptivos por lo tanto los ingentes esfuerzos puestos en esa labor no generaran resultado alguno.

La pregunta es cómo es posible que los índices de Vitacura sean mejores a los de Finlandia y los de Peñalolen comparables con los de África siendo que en menos de diez minutos se puede conducir desde una comuna a la otra. Lo que ocurre es que las unidades de análisis utilizadas hasta hoy nos impiden comprender con claridad cualquier fenómeno. Al menos la mitad de la población de Peñalolen se compone de personas que tienen un estándar de vida similar a los de Vitacura, si estos se le restaran para el cálculo por favor imagínese lo escandaloso que serían las cifras. Si restamos el veinte por ciento más rico de Chile para el cálculo estadístico no quedamos tan lejos de Bolivia o Paraguay en la mayoría de los indicadores.

Otra pregunta que surge es dentro de qué cultura se han sociabilizado las peñalolinas pobres como para desear tener hijos inmediatamente después de regalar a sus muñecas. La racionalidad instrumental en donde discurre occidente desaparece en el Chile profundo; las posibilidades de intervenir políticamente en personas que comparten nuestro idioma sólo en lo formal son escasas. Las empresas saben cómo venderles productos y los políticos consiguen que voten por ellos, pero ninguno es capaz de establecer un diálogo con ellos y tampoco les interesa; por más inexplicable e indefedible moralmente sea que los pobres proliferen en guetos y sean arrojados a las fuerzas astrales sin ninguna garantía familiar o estatal, todos se sirven de su desgracia tanto para ofrecerles sueldos miserables y prebendas clientelares igualmente esmirriadas. Por más caro salga encarcelar a las hordas de pobres es más barato que educarlos y que sus mayores expectativas, fundadas o no, les haga retrasar la maternidad al punto de subir la mano de obra a mediano plazo, por su escasez, lo suficiente para hacer inviable la industria extractiva y rentista con la cual lucra nuestra élite.

Pese a lo dicho dentro de nuestro mundo sí existen varios mundos que se pueden analizar en tanto unidades de modo de entender al todo como la suma de las partes, lo que ocurre es que las partes con que se separa hoy al mundo, y se lo cuenta, y escruta, no fueron definidos en el escritorio del sociólogo ni en el campo del antropólogo: Fueron impuestas por las circunstancias y finalmente instituidas con la pluma del jurista y el trípode del geomensor.

Peñalolen y Vitacura son inventos de algún tecnócrata de los ochenta y no refieren a ninguna realidad común es más, el analizarlas por separado impide comprender cualquier realidad común. La municipalización consistió en que los barrios ricos se emanciparan del lastre que le producían los pobres y Vitacura es la única completamente exitosa en esa empresa. Si comparamos a esta comuna con cualquiera otra del país siempre tendrá la mayor cantidad de niños nacidos vivos, de escolaridad, de sobrevivencia, y el menor índice de delincuentes.

Vitacura es una ficción y Peñalolen una realidad, pero ambas vistas en conjunto permiten visualizar a los años luz que estamos de una rigurosa ciencia social que logre delimitar conjuntos y subconjuntos con independencia de la proximidad geográfica; una ciencia que se aleje de la vulgaridad de comparar comunas, ciudades, o países, y que al mismo tiempo sea capaz de comprender, para dialogar, para liberar, esas civilizaciones perdidas emplazadas a un par de cuadras de nosotros.

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