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BRASIL - El Difícil Camino Hacia el Multilateralismo

Raúl Zibechi, IRC

Miércoles 15 de marzo de 2006, puesto en línea por Dial, Raúl Zibechi

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21 de febrero de 2006 - Programa de las Américas del International Relations Center (IRC) - El ascenso de Brasil como potencia regional, que fortalece las tendencias hacia el multilateralismo, choca con varios obstáculos tanto a escala regional como nacional. Además de los límites que le impone la superpotencia, Estados Unidos, los vecinos sudamericanos recelan de lo que consideran tendencias hegemonistas de la más poderosa nación del subcontinente. Los problemas domésticos de un país que se ha ganado el “campeonato mundial de la desigualdad”, se convierten también en límites a su aspiración de jugar fuerte en la escena internacional.

Un siglo atrás el barón de Rio Branco, el canciller que diseñó la política exterior de su país para el siglo XX, dijo que “Brasil no debe quedarse en la obra hecha, sino que debe llegar hegemónicamente al Pacífico”. Cincuenta años después, el principal estratega del país, el general Golbery do Couto e Silva, apuntaba en la misma dirección: “Para Brasil en la hora actual hay un solo camino: agrandarse o perecer” [1]. A comienzos del siglo XXI la nación más poderosa de Sudamérica va camino de realizar su sueño geoestratégico, no a través de la conquista militar sino mediante grandes obras de integración regional y la expansión de sus principales empresas; a la par, su participación al frente de una importante misión de paz le permitiría acceder al deseado reconocimiento como potencia mundial, que puede traducirse en un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU.

Brasil se expande aprovechando los huecos que van dejando los Estados Unidos y las empresas multinacionales del Norte , a caballo de la deslegitimación del Consenso de Washington que está permitiendo el acceso al gobierno de varios países de fuerzas progresistas y de izquierda. Sin embargo, la consolidación de Brasil como potencia regional y mundial-a la vez que afirma el multilateralismo-genera resquemores entre quienes sienten que su avance arrollador puede causar nuevos desequilibrios en el subcontinente.

La presencia militar en Haití es percibida como una buena muestra de esas contradicciones. Los casi diez mil efectivos presentes en la isla (7.500 militares y 1.897 policías de 22 países) bajo mando brasileño, son quizá el paso más serio en el terreno militar para abrir una brecha al dominio de Washington en la región, en el caso de que la misión sea exitosa. Pero esa presencia militar genera críticas, sobre todo en los países del Cono Sur que tienen una significativa participación en la misión, donde unos cuantos analistas sostienen que resulta funcional a la hegemonía estadounidense.

La marcha hacía el Far West

Para Brasil la ocupación de la Amazonia jugó un papel similar, salvando algunas diferencias, al que tuvo para los Estados Unidos la expansión hacia la costa del Pacífico. La larga marcha hacia el oeste comenzó apenas pusieron pie en tierra los primeros colonos portugueses que rápidamente desbordaron los límites del Tratado de Tordesillas (1494) entre España y Portugal, que fijaba los límites a un máximo de 600 kilómetros del extremo oriental de la costa continental. La impresionante expansión hacía el oeste que alcanzó las faldas de la cordillera andina y la cuenca del río de la Plata, fue encabezada por los colonos de San Pablo, que organizaban grandes expediciones hacía el interior (las bandeiras) en busca de esclavos indios, oro y piedras preciosas. De la mano de los bandeirantes, colonos pobres que veían en la aventura hacía la selva una forma de mejorar su situación, fueron cobrando forma las fronteras de lo que a partir de 1822 fue el Brasil independiente.

Aunque incorporada formalmente al territorio nacional, la Amazonia era un inmenso desierto verde, lejano y de difícil acceso. Couto e Silva definió la región, aún a mediados del siglo XX, como “el Brasil marginal, inexplorado en su mayor parte, desvitalizado por la falta de gente y de energía creadora, que debemos incorporar realmente a la nación” [2]. Con cuatro millones de kilómetros cuadrados la Amazonia representa casi la mitad del territorio del país, siendo su porción más importante por su potencial energético, como reserva de agua dulce y de minerales y por su enorme biodiversidad. Entre 1850 y 1950 la “territorialidad amazónica” de Brasil se duplicó, a costa de sus vecinos: Bolivia, Perú, Colombia y Venezuela perdieron porciones de sus territorios en ese período [3]. Sólo en la guerra de la Triple Alianza (Argentina, Brasil y Uruguay contra Paraguay) en 1865, Brasil se quedó con 90 mil kilómetros cuadrados de Paraguay. Pero la expansión siguió siendo, en lo fundamental, un proceso poroso e irregular para el cual fue necesaria más que la fuerza militar el poblamiento de regiones solitarias y la desobediencia sistemática de la legislación internacional.

Un buen ejemplo de cómo se realizó esa expansión lo relata el coronel de infantería Alvaro de Souza Pinheiro, que resume la posición de las fuerzas armadas de su país sobre la conveniencia de utilizar métodos de guerrilla para la defensa y consolidación de la Amazonia, a la que considera como “área estratégica prioritaria”. Sostiene que la conquista de esa región fue “una epopeya escrita con sangre, coraje y determinación”. Pone como ejemplo la anexión por Brasil del estado de Acre, concretada en 1904 pero iniciada 15 años antes. Esa región había sido cedida a Bolivia por el Tratado de Ayacucho de 1867, pero la prosperidad de la explotación y el comercio del caucho llevaron hasta allí a miles de brasileños procedentes en su mayoría del paupérrimo nordeste. En 1889 los brasileños que vivían en Acre decidieron no aceptar la autoridad boliviana, crearon un verdadero territorio independiente y exigieron su anexión a Brasil. Los bolivianos reaccionaron fundando la ciudad de Puerto Alonso (hoy Porto Acre). En octubre de 1889 con una acción armada los brasileños ocuparon la localidad y expulsaron a los bolivianos y en julio de 1899 con el apoyo de los seringueiros [4] y el gobernador del estado de Amazonas, proclamaron la República de Acre.

En 1901 Bolivia arrendó la región a The Bolivian Syndicate of New York a través del Tratado de Aramayo. The Bolivian Syndicate fue una empresa anglo-americana que explotaba caucho en la región de Acre, y se le concedieron derechos para recaudar impuestos y ejercer de hecho una suerte de administración de la zona. Pero en agosto de 1902 una guerrilla brasileña de dos mil hombres inicia una insurrección que derrota a las tropas bolivianas en enero de 1903; su inspirador, Plácido de Castro, es proclamado gobernador del Estado Independiente de Acre. El 17 de enero el barón de Rio Branco consigue una victoria diplomática al firmar el Tratado de Petrópolis, por el cual Brasil compra la región a Bolivia por dos millones de libras esterlinas e indemniza en 110 mil libras al Bolivian Syndicate. Finalmente, el 25 de febrero de 1904 se disuelve el Estado Independiente de Acre y se incorpora a Brasil como territorio Federal [5].

Este es apenas un ejemplo histórico de cómo se procesó esta “marcha hacia el oeste”. Fue durante la dictadura militar nacida del golpe de Estado de 1964, del cual Couto e Silva fue uno de sus principales inspiradores, cuando la ocupación de la Amazonia se convierte en una política de Estado combinada con lo que el estratega militar denominó como “revitalización de las fronteras”. De modo que la ocupación de la Amazonia y la expansión más allá de sus fronteras forman parte de un mismo proceso: nacionalismo y desarrollismo fueron de la mano desde el ascenso de Getulio Vargas en 1930. En ese camino, la Constitución de 1946 obligó al gobierno federal a destinar durante 20 años el 3 por ciento de la renta tributaria a la Amazonia. Una parte considerable de ese esfuerzo se concretó la fundación de Brasilia en 1960, como capital del país, en la zona central en el borde la cuenca amazónica, sustituyendo en ese papel a la costeña Rio de Janeiro. En 1966 se declara a Manaos como zona franca para convertirla en un polo comercial e industrial de la Amazonia Occidental. Y en 1970 el Plan de Integración Nacional concibe la construcción de dos grandes carreteras, entre ellas la Transamazónica, junto a un vasto plan de colonización.

Fronteras vivas

Con la recuperación de la democracia en 1983 se desarrollan nuevos planes en la misma dirección. El proyecto Calha Norte en los años 80, se propuso la ocupación de una faja de 160 kilómetros limítrofe con Guayana Francesa, Surinam, Guyana, Venezuela y Colombia con el objetivo de “fortalecer la presencia brasileña en el área de frontera, para organizar las sociedades que allí se instalen”, como señaló el jefe militar del gobierno de Sarney en 1986 [6]. Se crearon así pelotones de frontera, aeropuertos, carreteras como la Perimetral Norte y represas hidroeléctricas y se desplazó a la población nativa con el impulso dado a la colonización. Entre los objetivos estratégicos del plan Calha Norte figuraba “la construcción de un puerto en el Pacífico, un secular sueño heroico de los geopolíticos brasileños”, en tanto “una carretera partiendo de Rio Branco, atravesando los Andes peruanos, debería llegar al gran océano” [7].

Según el almirante Hernani Goulart Fortuna, ex comandante de la Escuela de Superior de Guerra, “el proyecto Calha Norte de los años 80 está siendo sustituido por el SIPAM (Sistema de Protección de la Amazonia) y el SIVAM (Sistema de Vigilancia de la Amazonia)”, objetivos que se frustraron parcialmente-en su opinión-por la privatización y extranjerización de Embratel (telecomunicaciones) y la interferencia de intereses político partidarios [8]. Sostiene que aunque Brasil no tiene contenciosos fronterizos “se le presentan problemas en las fronteras”, ya que “el inmenso arco septentrional, desde Tabatinga en la frontera con Colombia, hasta Amapá en la frontera con Guyana, presenta una vulnerabilidad apreciable a las cuestiones del narcotráfico, guerrillas y contrabando de armas que se desbordan desde los países vecinos hacia el territorio brasileño” [9].

Para los geopolíticos [10] brasileños, las cosas deberían ir más lejos aún. Veamos dos aspectos complementarios. En 1935 el capitán Mario Travassos sostenía en su libro Proyección continental de Brasil , que el triángulo formado por las ciudades bolivianas de Santa Cruz, Cochabamba y Sucre sería decisivo para el control del continente, y que quien dominase ese triángulo dominaría América del Sur. Por otro lado, en sintonía con la teoría de Couto e Silva de las “fronteras vivas”, el ex jefe de la División de Fronteras del ministerio de Relaciones Exteriores, embajador Teixeira Soares, sostiene en su libro Historia de la formación de las fronteras de Brasil, que la frontera es un concepto dinámico, “avanza y retrocede según las circunstancias, siendo algo vivo que ejerce presión natural sobre la frontera económica y demográficamente más débil” [11].

En resumen, si de un lado existe un país con alta densidad demográfica y desarrollo económico y al otro lado un país de escasa población y pobre, “simplemente la frontera no existe. Ella va siendo empujada” [12]. Según estos autores, la frontera paraguaya con Brasil retrocedió 100 kilómetros en las últimas décadas: “En esa faja viven unos 400 mil brasileños expulsados de Rio Grande do Sul, Santa Catarina y Paraná, que se convirtieron en instrumentos de los planes expansionistas de los militares brasileños”. Algo similar puede estar sucediendo en otros países, muy en particular en Bolivia. Allí, en el departamento fronterizo de Santa Cruz, unas 200 familias de agricultores brasileños cultivan 350 mil hectáreas de soja que representan el 35% de la producción sojera boliviana. Estos agricultores tienen peso político, ya que representan un tercio de los afiliados a la Cámara Nacional de Comercio Bolivia-Brasil y están presentes en la Anapo (Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo) que agrupa a 12 mil agricultores de Santa Cruz [13]. Esta región separatista ha sido cuna de golpes de estado como el perpetrado en 1971 por Hugo Bánzer, con inocultable apoyo del Brasil de la dictadura.

El alcance de Petrobras

Los objetivos que se propusieron los militares brasileños bajo el lema “Brasil potencia” -que nunca se hizo realidad-parecen estarse acelerando pero de la mano de las grandes empresas brasileñas. La estatal Petrobras es el símbolo de la expansión actual de Brasil en Sudamérica, pero no es el único caso. La empresa fue fundada en 1953 durante el gobierno de Getulio Vargas en una campaña que reunió a civiles y militares en torno a la consigna “El petróleo es nuestro”. Hoy es la principal empresa de Brasil, la segunda productora de petróleo en Argentina, la primera de gas en Bolivia y la tercera mayor compañía industrial de América Latina. Se sitúa entre las doce principales empresas petroleras del mundo y en 2004 estuvo en el duodécimo lugar en cuanto a ganancias, por encima de Coca Cola y JP Morgan Chase, y apenas por debajo de Microsoft y Chevron Texaco [14], lo que la sitúa como una de las empresas más rentables del mundo.

Entre 1984 y 1993 fue la segunda en el mundo en cuanto a volumen de descubrimiento de petróleo luego de la venezolana PDVSA. En 1994 batió el récord mundial de explotación de petróleo en aguas profundas al superar los mil metros bajo el nivel del mar y es la primera en perforaciones submarinas (su especialidad) con 180 pozos frente a 55 de Shell, 17 de Texaco y 10 de Esso [15]. En 2004 sus ingresos fueron de 43,000 millones de dólares, tenía 13,821 pozos en producción (665 marítimos) 30 mil kilómetros de oleoductos, 509 buques (45 en propiedad), 16 refinerías y su producción actualmente alcanza los dos millones de barriles diarios.

Las inversiones de Petrobras en América del Sur son impresionantes y crecen a un ritmo vertiginoso . En Bolivia desde 1996 invirtió 1.600 millones de dólares, controla los dos principales yacimientos de gas y el 20% de los puestos de venta de gasolina. El gasoducto de Tarija a Rio Grande do Sul, de 430 kilómetros, le asegura a Brasil 23 millones de metros cúbicos de gas diarios de los que dependen 2.200 industrias del país. Brasil controla el 20% de PIB de Bolivia, ya que además del gas y la soja el Banco do Brasil registra en ese país ganancias de 700 millones de dólares anuales y grandes empresas constructores como Odebrecht han ganado licitaciones con contratos superiores a los 330 millones de dólares [16].

En Argentina Petrobras compró en 2002 el 58% de Pérez Companc, la mayor empresa independiente de petróleo de América Latina, en 1.027 millones de dólares. Compró además Petrolera Santa Fe, la compañía de gas Mega en 715 millones de dólares y tiene tres refinerías de petróleo. Entre 2004 y 2007 Petrobras invertirá 1.500 millones de dólares en Argentina, en exploración y producción de gas y petróleo, y sus inversiones anuales sólo están siendo superadas por Repsol y Pan American Energy [17]. Como Pérez Companc operaba también en Venezuela, Bolivia, Perú y Ecuador, la compra de esa empresa-además de situarla como segundo productor de petróleo en Argentina-la llevó a aumentar sus negocios en todo el continente.

En Uruguay adquirió en 2004 el 51% de las acciones de Gaseba (Gaz de France) y al comprar las 89 estaciones de servicio de Shell, en diciembre pasado, domina el 22% del mercado de combustibles. A la vez recibió de la misma Shell 134 puestos de combustible en Paraguay y 39 en Colombia. Próximamente se asociará con la estatal petrolera uruguaya Ancap. Véase que la retirada de capitales europeos y la crisis económica de 2002 en Argentina fueron aspectos clave para comprender el ascenso de Petrobras en el continente.

Las inversiones de Petrobras en Ecuador son más problemáticas. La empresa opera un bloque petrolero de 200 mil hectáreas en el Parque Nacional Yasuní, territorio indígena huaronai, lo que ha provocado enfrentamientos con el gobierno y los habitantes originarios. Petrobras proyecta instalar dos plataformas con 12 pozos cada una, un oleoducto, una estación de procesamiento y una carretera así como otras obras de infraestructura. Los indígenas exigen la salida de Petrobras del parque nacional, declarado reserva mundial de la biosfera por la Unesco, y el gobierno paralizó sus actividades en 2005.

En 2006 Petrobras aumentará un 40% sus inversiones en Sudamérica. Hasta el año 2010 la empresa invertirá 56.400 millones de dólares, un 85% en Brasil y el resto, 8.460 millones, en su “expansión internacional”, sobre todo en el subcontinente [18]. Sin embargo, el diario O Globo estimó que en ese período las inversiones serían muy superiores, del orden de 15 mil millones de dólares en los próximos cuatro años [19].

La expansión empresarial

El caso del estatal Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) merece un capítulo aparte, ya que se ha erigido en soporte de la expansión de las grandes empresas brasileñas. “El gobierno brasileño encontró en el BNDES el instrumento para construir la integración física” que será la base de la Comunidad Sudamericana de Naciones [20]. En efecto, el banco está “supercapitalizado” y cuenta con un presupuesto de 30.000 mil millones de dólares, “10% mayor que el presupuesto del Banco Mundial” [21]. El BNDES está en condiciones de ser el principal financiador de los megaproyectos del IIRSA (Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana) que supone la construcción de 300 carreteras, puentes, hidroeléctricas, gasoductos y otras obras a un costo de 50 mil millones de dólares a lo largo de una década [22].

El IIRSA, que de alguna manera es la materialización de la Comunidad Sudamericana de Naciones (la que a su vez es una propuesta estratégica de Brasil), construirá la plataforma física y de libre flujo de capitales y mercancías para potenciar el libre comercio. Y el BNDES es, como señala un investigador brasileño, la “espada bolivariana de Lula”. Ya realizó préstamos de 5 mil millones de dólares a casi todos los países de la región: Argentina y Venezuela mil millones cada uno, Paraguay y Ecuador 300 millones, Chile y Colombia 250 millones, Uruguay 228 y Perú 200 millones de dólares, siempre para obras de infraestructura [23]. Los países que se benefician de estos préstamos “no podrán usar a sus constructoras en esas obras financiadas por el BNDES. Serán obligadas a contratar constructoras brasileñas”, entre las que destacan Odebrecht, Andrade Gutierrez, Camargo Correa, Queiroz Galvao, OAS, Carioca y EIT. Además, “el BNDES exige que todo el equipamiento para las obras sea importado del mercado brasileño” [24].

La constructora Odebrecht, la principal exportadora brasileña de servicios, se está expandiendo por el continente. A fines de 2004 tenía 14.885 puestos de trabajo en Brasil y siete mil en otros países, la mayor parte en Sudamérica. En estos momentos sus contratos en el exterior superan en volumen a los que realiza en Brasil, y América del Sur es su principal “socio” externo, representando el 12% de sus ingresos [25]. En Ecuador Odebrecht se dispone a construir el polémico aeropuerto de Tena, considerado parte sustancial del Eje Multimodal Manta-Manaos que unirá Brasil con el Pacífico, entre otras grandes obras de infraestructura.

Integración o fragmentación

“América del Sur se está desintegrando a pasos agigantados”, sostiene el analista argentino Juan Gabriel Tokatlián [26]. En su opinión, el mundo andino es un torbellino altamente polarizado. Pero “la Sudamérica del Pacífico ha optado estratégicamente por los Estados Unidos”, como lo demuestran los TLC firmados por Chile y Perú, a los que podrían sumarse Colombia y Ecuador. Por otro lado, la Sudamérica del Atlántico está haciendo otras opciones diplomáticas. En paralelo se registra un gran fracaso de la integración regional, con un Mercosur estancado o en retroceso. Frente a lo que denomina como “dispersión “ o “desintegración” del continente, sólo Brasil tiene una opción estratégica, una alternativa que es la Comunidad Sudamericana de Naciones (CSN).

Ciertamente es una opción bajo liderazgo brasileño, un país que tiene la mitad de la población y la mitad del PIB de Sudamérica. En paralelo, la CSN está atada al IIRSA. Este proyecto es el proyecto más vasto de integración nacido en el Sur del continente, pero con una visión orientada al Norte, ya que se inspira en el libre comercio. En efecto, el IIRSA surgió por iniciativa del presidente de Brasil Fernando Henrique Cardoso, en la cumbre de presidentes de América del Sur realizada en Brasilia el 30 de agosto de 2000. Su objetivo es desarrollar corredores que son “franjas multinacionales concentradoras de los flujos de comercio actuales y potenciales”, que se definen como “ejes de integración y desarrollo” [27].

Casi todos esos corredores corren el Atlántico con el Pacífico porque, como señala Andrés Barreda, en estos momentos el centro de la economía mundial se ha desplazado del Atlántico al Pacífico [28]. Para eso está el IIRSA, para vencer “las barreras físicas, normativas y sociales” que dificultan el rápido flujo de mercancías. Es evidente que este proyecto interesa sobre todo a Brasil. Según el Fobomade, alcanzar los puertos del Pacífico “le permitiría avanzar en su anhelo de lograr una posición dominante en América Latina, resultado de la estrategia brasileña, desarrollada desde los 80, de alcanzar el liderazgo regional a través de la incorporación a su zona de influencia de los países de su entorno geográfico más próximo, Argentina, Uruguay, Paraguay, luego Bolivia y Chile, posteriormente los demás países de la Comunidad Andina y luego toda Sudamérica, con el fin de fortalecer su economía frente al ALCA” [29].

En segundo lugar, Barreda apunta que cinco de los doce corredores que unen el Atlántico y el Pacífico pasan “por el cuello de botella estratégico que es Bolivia”. En esa región “el cruce de los Andes presenta menores dificultades”, lo que está llevando a “consolidar en Bolivia el Eje Interocéanico como principal ruta de transporte de mercancías hacia el Pacífico Sur”, según el Fobomade. Recordemos que los estrategas brasileños consideraban que en Bolivia está la clave del control del continente, y que Brasil ya controla el 20% del PIB de Bolivia. Estos emprendimientos no benefician a todos por igual, sino en una escala de mayor a menor en la que en primer lugar se coloca el gran “autómata global” (las grandes transnacionales) que menciona Barreda, a quienes la red de carreteras y obras le “permitirá el fácil acceso de los intereses del mercado a través de grandes empresas para apropiarse y comercializar conocimientos, cultura y hasta la vida” [30]. En segundo lugar, el empresariado paulista será el gran beneficiado con el peso que adquirirá Brasil en la región, y la apertura del comercio hacia Asia.

¿Imperialismo brasileño?

Ante el conjunto de cambios que se están produciendo en la región, ¿puede decirse que está naciendo un “imperialismo brasileño”? Antes de responder, veamos algunos hechos.

Por un lado aparecen los objetivos y las ambiciones de una parte de la sociedad brasileña, expresados de modo meridianamente claro por los militares. Partiendo de la herencia de Golbery do Couto e Silva, definen a Brasil, por su tamaño, como una “panregión”. Con el fin de la guerra fría y la globalización, Severino Bezerra Cabral, de la Escuela Superior de Guerra, cree que “la naturaleza de la panregión se metamorfosea en lo que se podría definir como el necesario surgimiento de un ‘megaestado’” [31]. Se trata de una visión del mundo que rechaza con vehemencia el unilateralismo. Apuesta a que el desarrollo del país servirá de imán para que las economías vecinas se asocien al empuje de Brasil, ya que “completada la unificación de las cuencas amazónica y del Plata, instaurada la bioceanidad, estará definido el destino manifiesto de Brasil: el de engrandecerse ante el conjunto de la humanidad” [32].

De cara a este objetivo, la incorporación de la Amazonia “a la civilización brasileña constituye una alta maniobra geopolítica que, si se realiza con éxito, elevará al país a la condición de uno de los dos megaestados del siglo XXI”. Pero advierte que a diferencia de Estados Unidos y la URSS, “Brasil no deberá actuar como “una potencia expansionista””, sino que el ascenso a la condición de “megaestado sudamericano estará basada en una proyección de poder aceptada y hasta requerida por los estados vecinos”, en lo que sería una “geopolítca integracionista y no confrontativa”. Finaliza asegurando que la inserción de Brasil en un orden multipolar, aún hegemonizado por Estados Unidos, “se dará solamente si el país emerge como uno de los dos megaestados del siglo XXI” [33].

Se trata, sin duda, de la actualización del objetivo de “Brasil potencia”, pero sobre una base real: Brasil ya es la décima potencia industrial del mundo y tiene enormes posibilidades de seguir creciendo, si sigue explotando intensamente la Amazonia. Sin embargo, según algunos estrategas estos objetivos chocan con dificultades en el propio país, toda vez que “buena parte de nuestra elite política, empresarial y hasta intelectual está a contramano de la causa brasileña, invirtiendo en el fin de la Historia y en el pensamiento único” [34].

Además de los militares, un segundo actor son las empresas, en particular las estatales. “Petrobras demuestra un comportamiento en Bolivia similar al de cualquier transnacional petrolera, en especial en lo que se refiere a la responsabilidad ambiental y social, utilizando estrategias comunes a las demás empresas que operan en el país, tanto en la minimización de sus responsabilidades frente a los impactos generados, como en las estrategias para salvar obstáculos de orden social y también procedimental”, es la conclusión de un estudio del Fobomade. [35]. Una conclusión similar se puede sacar de otras empresas que actúan fuera de Brasil. La lógica empresarial es una sola y consiste en maximizar las ganancias, no en potenciar a un Estado nacional y, menos aún, en afirmar el multilateralismo.

Un tercer actor, clave es el propio gobierno brasileño. Cada vez que se sucede una crísis política en países sensibles para Brasil, la diplomacia actúa y lo hace presionando. Uno de los casos más claros fue la ingerencia del presidente Luiz Inacio Lula da Silva en Bolivia para defender los intereses de Petrobras, cuando se estaba por realizar el referéndum sobre los hidrocarburos en 2004. En esa ocasión Lula firmó con el presidente Carlos Mesa-a nueve días del referéndum-una declaración en la que ambos mandatarios esperan que “los resultados del referéndum permitan la continuidad de la cooperación bilateral y el desarrollo de nuevos proyectos de interés mutuo, en un ambiente de estabilidad, previsibilidad y seguridad jurídica” [36]. Fue un fuerte respaldo a Mesa y un balde de agua fría al movimiento social, una parte del cual llamaba a boicotear el referéndum.

En situaciones de crísis, la diplomacia brasileña intervino en Bolivia a través del asesor internacional de Lula, Marco Aurelio García, “para evaluar la situación dialogando con varias fuerzas políticas” [37]. En Ecuador sucedió algo similar. El 7 de julio de 2005 la ministra de Medio Ambiente de Ecuador paralizó las obras de Petrobras en el parque nacional Yasuní. El 26 de julio Lula envió una carta al presidente de Ecuador: “Deseo manifestar a vuestra excelencia mi preocupación por la reciente decisión del gobierno de suspender las actividades de Petrobras en el bloque 31, hecho que pone en riesgo el propio futuro del proyecto” [38]. Dos semanas después, el 16 de agosto, el canciller brasileño Celso Amorin viajó a Quito para “analizar temas de integración regional y la presencia de la petrolera Petrobras en la Amazonia ecuatoriana” [39].

En la visita se adelantaron varios proyectos: financiación de 190 millones de dólares por Brasil para que Ecuador construya un proyecto hidroeléctrico, financiar con 70 millones de dólares la construcción del aeropuerto en Tena, aportar créditos para construir la autopista Quito-Guayaquil, se ratificó la venta de tres aviones de la brasileña Embraer a TAME y se concretó la compra de Ecuador de medicamentos genéricos a bajo precio a Brasil. Sobre Petrobras, Amorin señaló que a su país “le interesa que haya una solución positiva” [40].

Por otro lado, la Agencia Brasileña de Inteligencia (ABIN) abrió en 2005 cuatro sedes sudamericanas (hasta ahora sólo tenía oficinas en Washington y Buenos Aires) en Venezuela, Colombia, Paraguay y Bolivia. Según analistas brasileños “esta decisión de ampliar el radio de acción regional de la inteligencia brasileña es una especie de ‘imitación’ de la CIA” [41]. Cuando el director de ABIN, Mauro Marcelo de Lima e Silva, fue interpelado en el Congreso en mayo de 2005, el columnista de Folha de Sao Paulo Janio de Freitas escribió que la crisis en Ecuador fue un buen ejemplo de los peligros que acechan a la diplomacia brasileña. “Brasil se sintió contrariado con la destitución de Lucio Gutiérrez, que demostraba simpatías especiales por el gobierno de Lula” y aseguró que la inteligencia de su país no hubiera permanecido neutral [42]. El director de la agencia reconoció que la expansión de la inteligencia brasileña busca “intercambio de informaciones sobre terrorismo, tráfico de drogas, seguridad y también temas de economía” [43].

Pese a este conjunto de datos, no es sencillo afirmar que Brasil lleva adelante una política imperialista, aunque resulta evidente la búsqueda de la hegemonía. Brasil tiene frente así que potencias que lo limitan, sobre todo los Estados Unidos. Pero también Argentina y Venezuela le imponen límites. Sin embargo, los principales problemas para erigirse en una potencia media que aliente el multilateralismo provienen de sus fragilidades internas. Petrobras no es ya una empresa estatal ni siquiera brasileña. Durante la gestión de Fernando Hernique Cardoso un 49% de la empresa fue vendida a capitales privados, sobre todo estadounidenses. El BNDES, a su vez, aunque maneja fondos estatales lo hace en gran medida para financiar a los exportadores de automóviles, que son empresas multinacionales del Norte.

Por otro lado, Brasil es el octavo país en desigualdad del mundo, superado en América Latina sólo por Guatemala. Como señala el editor de Desemprego Zero, el mercado no necesita liderazgos. Si Brasil en vez de “ser un gran mercado para la competencia de corporaciones transnacionales (y unas pocas locales) se decidiese a ser una nación que buscase un destino digno para sus ciudadanos, establecidos en un Estado de bienestar social, es probable que arrastrásemos detrás nuestro, voluntariamente, a las demás naciones sudamericanas”. Por el contrario, en el marco del neoliberalismo no hay espacio para un planteamiento estratégico, porque sólo robustece las fuerzas del mercado. En su opinión, la única salida-tanto para fortalecer los estados nacionales como el multilateralismo-es un desarrollo endógeno asentado en “una política interna de bienestar social y pleno empleo, y una política externa de independencia” [44].

Recursos

Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDS): www.bandes.gov.com

Foro Boliviano sobre Medio Ambiente y Desarrollo (Fobomade): www.fobomade.org.bo

Iniciativa para la Integración de la Infraestructura de la Región Sudamericana (IIRSA): www.iirsa.com

Odebrecht: www.odebrecht.com.br

Petrobras: www.petrobras.com.br

Revista Escola Superior de Guerra, Rio de Janeiro, www.esg.br

Referencias

Alvaro de Sousa Pinehiro, “Guerrilha na Amazonia: uma experiencia no passado, no presente e no futuro”, Military Review, 1995, www.defesanet.com.br

Carlos Tautz, “Imperialismo brasileiro”, 11 de agosto de 2005, en www.rbrasil.org

Golbery do Couto e Silva, “Aspectos geopolíticos do Brasil”, Biblioteca do Exército, Rio de Janeiro, 1957.

Hernani Goulart Fortuna, “Amazonia: visao político-estratégica”, revista Escola Superior de Guerra No. 39, 2000.

Jorge Calvario dos Santos, “Evoluçao do pensamento estratégico brasileiro”, revista Escola Superior de Guerra, No. 42, 2003.

Juan Gabriel Tokatlián, “La integración regional y el papel del Mercosur”, Clarín, 12 de agosto de 2005, www.clarin.com.ar

Laura Calderón y Hernán Scandizzo, “La gris estela de Petrobras en Argentina”, 26 de noviembre de 2005, http://argentina.indymedia.org

Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (Minsutah), www.un.org

Patricia Villegas, “Bolivia-Brasil: relaciones energéticas, integración y medio ambiente”, en www.fobomade.org.bo

Paulo Schilling y Luzia Rodriguez, “Além das fronteiras”, Teoría e Debate, abril-junio 1989, www.fpa.org.br

Severino Bezerra Cabral Filho, “O mundo latino e a era do megaestado” revista Escola Superior de Guerra.


Raúl Zibechi es miembro del Consejo de Redacción del semanario Brecha de Montevideo, docente e investigador sobre movimientos sociales en la Multiversidad Franciscana de América Latina, y asesor a varios grupos sociales. Es colaborador mensual con el IRC Programa de las Américas (www.americaspolicy.org).

http://www.ircamericas.org/esp/3124

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[1Golbery do Couto e Silva, ob. cit. p. 66.

[2Idem, p. 40.

[3Rolando Raborg, “Brasil: carretera interoceánica y ambición del Pacífico” en www.ollantaprensa.tripod.com.pe

[4Extractores de caucho

[5Alvaro de Souza Pinheiro, ob. cit.

[6Paulo Schilling y Luzia Rodríguez, “Alem das fronteiras”, ob. cit. p. 3

[7Idem, p. 4.

[8Hernani Goulart Fortuna, “Amazonia: visao político-estratégica”, ob. cit.

[9Idem.

[10Según Paulo Schilling, la geopolítica no es una ciencia sino la “teoría oficial del imperialismo”.

[11Idem, p. 6.

[12Idem.

[13Folha de Sao Paulo, “Imperio Brasileiro emerge na Bolivia”, 22 de mayo de 2005.

[14Red Oilwatch, junio de 2004.

[16Folha de Sao Paulo, 22 de mayo de 2005.

[17Laura Calderón y Hernán Scandizzo en http://argentina.indymedia.org

[18Prensa Latina, 5 de diciembre de 2005 y El Observador (Uruguay), 3 de octubre de 2005.

[19Prensa Latina, 23 de mayo de 2005.

[20Carlos Tautz, ob. cit.

[21Idem.

[23Istoé Dinheiro , junio de 2004, citado por Carlos Tautz.

[24Idem.

[28Andrés Barreda, “Geopolítica, recursos estratégicos y multinacionales”, en Boletín OMAL (Observatorio de Multinacionales de América Latina) No. 10, www.alainet.org

[29“El rol de Bolivia en la integración sudamericana”, en www.fobomade.org.bo

[30Idem.

[31“O mundo latino e a era de megaestado”, Severino Bezerra Cabral Filho, Escuela Superior de Guerra, www.esg.br

[32Idem, p. 78.

[33Idem, pp. 79-81.

[34“Evoluçao do pensamiento estratégico brasileiro”, Jorge Calvario dos Santos (Jefe de Asuntos Internacionales de la Escuela Superior de Guerra), en revista Escuela Superior de Guerra, No. 42, 2003, p. 60, en www.esg.br

[35Fobomade, ob. cit.

[36Econoticias Bolivia, 9 de julio de 2004.

[37Mario Osava, “Dilema del gas y de la integración”¨, 27 de mayo de 2004, IPS.

[38Kintto Lucas, “Disputa geopolítica Brasil-Estados Unidos”, Brecha, 19 de agosto de 2005.

[39Prensa Latina Quito, 16 de agosto de 2005.

[40Prensa Latina Quito, 17 de agosto de 2005.

[41Clarín, 7 de mayo de 2005.

[42Idem.

[43La cursiva es mía.

[44“O Brasil mercado nao e capaz de liderar nada no cone Sul”, en www.desempregozero.org.br

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