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Derechos humanos, memoria y tabú

CHILE - Michelle Bachelet, Ana Frank y Carlos Larraín

Ariel Zúñiga

Lunes 1ro de junio de 2009, por Ariel Zúñiga

"Nunca se miente tanto como en una guerra o después de una cacería"
"La primera víctima en una guerra es la verdad"
"Se puede mentir a pocas personas por mucho tiempo o a muchas por poco tiempo; pero nunca se puede mentir a todo el mundo y por todo el tiempo"

Una de las caracteristicas que definen la modernidad frente a formas arcaicas de organización política y social, según los autocomplacientes occidentalistas de siempre, es la de la unánime proscripción de la superstición. Las evidencias permiten sostener cualquier argumento, no existe nada sagrado. Las investigación de Humbolt, por ejemplo, en geología, llevaron a Voltaire a dudar razonablemente del diluvio universal y con ello de todas las escrituras judeo cristianas. Como señala Alan Bricmont es tal la fuerza de estas premisas que incluso el Vaticano sostiene que si existe contradicción entre las escrituras y las evidencias científicas deben interpretarse las primeras en modo figurado.

Sin embargo, subsisten los tabúes, es más, se reproducen y potencian; la más de las veces justificados en nobles intenciones. Uno de ellos es el de la verdad oficial, impuesta por los ganadores de la segunda guerra mundial, resguardada con figuras penales que criminalizan la discrepancia ante a ella. Los juicios de Nüremberg fueron aberrantes, al igual que los de Tokio, sin embargo a muchas personas se les obliga a aceptar dichas parodias. Evidencia importante y abundante existe para dudar de la verdad oficial tanto en número de muertos, la causa de los decesos y la responsabilidad de los mismos. Por la magnitud caben muchas interrogantes y sería adecuado abocarse a ellas antes que buscar a toda costa el silencio.

Dejemos competir en igualdad de condiciones a la verdad y a la mentira y veremos quien triunfa, decía optimista Adam Smith. Lamentablemente esa igualdad de condiciones no existe pues existen agencias de propaganda, comunicacionales y de lobby que funcionan 24 horas al día y 7 días a la semana con el único fin de torcer la verdad.

El holoscausto existió, no en las magnitudes que nos presenta la propaganda sionista, pero es un hecho indesmentible. También existió el bombardeo con fósforo blanco a Dresde y Tokio, e Hiroshima y Nagasaky. También se exterminaron aborígenes en toda américa casi en la misma época claro que sus muertes no se contabilizaban por distintas cuestiones baustimales y administrativas tediosas de explicar. Y así como si nada, hace unos pocos años mataron a cuatro millones de civiles en Ruanda. Odioso sería contar los muertos en Iraq o Palestina.

El holocausto existió, perdón, EXISTE.

Esa es la gran mentira tras el neón de los holocaustistas: El presentarlo como un asunto pasado y superado.

En Chile se mató y se torturó, eso es indesmentible. Pero transformarlo en una campaña por la memoria, una campaña estridente y majadera se presta con facilidad para esconder otra gran verdad, quizá más dolorosa: EN CHILE SE MATA Y SE TORTURA. Hasta las instituciones más obsecuentes admiten que en nuestro país se violan sistemáticamente los derechos humanos sin siquiera considerar el irrespeto absoluto a los derechos económicos, sociales, culturales, sexuales y reproductivos.

El dandy Larraín se ha equivocado en el tono y en algunas premisas pero no en sus conclusiones, al menos no del todo:

La extorsión moral de Bachelet y sus secuaces, su circo itinerante por la memoria y los derechos humanos, es en realidad una cortina de humo destinada al olvido de los derechos y de su humanidad.

Mientras los testaferros de la clase macroempresarial, Bachelet incluída, hurgan en nuestros bolsillos por las tres chauchas que no pudieron sacar la vez anterior, o los agentes del orden marcial, garantes del toque de queda permanente, salen a cazar brujas, indios, anarquistas o como mierda se llamen, su excelencia guarda riguroso silencio.

Y si habla, es para decir una tontera.

Ana Frank existió, y a parte de ese hecho indesmentible es un mito usado a mansalva para fustigar a los pobres Palestinos por vía indirecta. El dolor real es usado para producir y justificar el actual.

¿Usted y Ana Frank comparten algo? Me parece que sí.

Usted está viva y salvo que enmende el rumbo, cuestión que dudo, su vida es y será mucho más que represión política de la cual fue victima. La historia hará lo suyo encargandose de consignar su paso por un centro de tortura y exterminio como una anecdota.

Usted es la presidenta, entre todos los presidentes, mandatarios e inclusive dictadores, que más chilenos ha mantenido encarcelados, en condiciones que no cumplen ninguno de los estándares que en tierras lejanas dice profesar.

Usted gobierna para los ricos y gestiona el dolor de los pobres a base de ugüentos populistas de mala calidad, o represión policial militarizada.

Usted se dice socialista y regala el agua, el cobre, el oro y el molibdeno. Su ministra, que también se dice socialista - y hasta socióloga- llama a no buscar empleo para que usted no se ruborice mientras nos vende en la OCDE.

Usted le regatea hasta el último peso a sus empleados mientras le hace descuento a los Paulman para que terminen sus vergonzantes monumentos.

Usted será recordada como una gobernante de derecha, por más berrinches y piruetas hagan sus bufones.

Y su lloriqueo de los DDHH es tan sólo la argucia para contener a la izquierda, para venderles la pomada de que existe otra derecha a parte de la suya, ganando de paso puntos en las rifas de popularidad. Para que entregen sin chistar en segunda vuelta los gramos pa’l kilo para que usted y los suyos continúen la parranda un periodo más.

Usted hará su modesto negocio, la historia hará lo suyo.

responsabilite

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