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Más allá del Piñera malo

CHILE - La derrota

Ariel Zúñiga

Viernes 22 de enero de 2010, puesto en línea por Ariel Zúñiga

Debemos ser claros, se perdió, y se lo hizo de la peor manera, esto no está sujeto a discusión. El terreno de lo opinable comienza al conceptuar esa pérdida, describir con precisión qué se perdió exactamente y cuándo.

Para la Concertación, alianza que dispuso del poder ejecutivo durante veinte años y que lo hará hasta el once de marzo próximo, ha ganado “la derecha”. En los medios se exhiben recriminaciones internas entre sus dirigentes y algunas maromas de sus militantes; en cuánto a sus adherentes, muchos de ellos con profundos lazos clientelares con el gobierno que se va, reaccionan de la peor forma atacando a sus vecinos y amigos, con la ofuscación de quién perdió un beneficio en una sociedad de privilegios.

Se nos quiere convencer que ha ganado el mal por sobre el bien, que Eduardo Frei Ruiz Tagle es un niño bueno al cual le suceden cosas malas y que Sebastián Piñera es un despiadado empresario fascista que ha comenzado a confeccionar listas negras y cercar predios para utilizarlos de campo de exterminio. Al menos eso es lo que refleja la prensa foránea progre y la de izquierda, una catástrofe comparable al golpe del 73’, con la agravante que han sido los propios chilenos quienes la han permitido.

Se culpa a la educación, a la falta de formación política, finalmente a la estupidez de los pobres en específico de su “raza”. Ninguna falacia queda en el tintero, no hay palabrota que se guarezca en la punta de la lengua, todo vale para manifestar la indignación de los desconcertados acostumbrados a tener a un amigo de un amigo meciendo los hilos del poder.

Si fueran reales los cargos imputados a Piñera no me explico porqué los pasos fronterizos no han colapsado con cientos de miles de chilenos refugiándose en países vecinos.

Se nos ha querido decir que las luchas revolucionarias de los ochenta, maquiavélicamente manipuladas hacia lo pro democrático, pro concertación y finalmente “progre”, eran para instituir una monarquía concertacionista a perpetuidad. Los “democratas” se convierten en estatuas de sal si se les habla de la alternancia en el poder.

Desde hace más de diez años que soy de la idea de destruir a la concertación al costo que sea pues, primero, la izquierda precisa de un espacio en el cual desarrollarse, el cual ha sido usurpado y administrado por los sátrapas autodenominados “demócratas”; y segundo, la alianza de socioslistos e hipócritas cristianos fue desde el principio un matrimonio bien constituido a la “chilena”, es decir, desde la puerta hacia afuera, lo que ha impedido que una crisis los separara. Si no se paraba a la concertación ésta se transformaría en algo peor que el PRI mexicano, incluso me aventuré a afirmar que la confrontación decisiva se produjo cuando fue electa Bachelet, entre mis amigos socialicé la idea que tendríamos concertación por décadas.

Por eso la derrota la siento tanto y más fuerte que los imberbes electores (niños de más de cincuenta años por lo general) o todos aquellos que sus padres sólo se han encargado de legarles traumas y complejos. Lo que ha desperdiciado la izquierda es la oportunidad de mirar para el costado mientras la concertación se arrojaba por el precipicio; se ha hecho partícipe de sus veinte años de fraude e impostura uniéndose a ella en su colapso. Quizá ha sido por ese endiosamiento al fracaso que ha cultivado nuestro sector en los últimos años lo que la lleva a apostar siempre y cuándo se esté seguro de perder, pues este resultado era el esperable, estaba cantado desde hace casi un año. Entre el masoquismo de unos el oportunismo de otros que preferían subirse en la pisadera del bus del poder aunque queden dos cuadras para la terminal. Nadie puede decir que abrazarse a un ancla sea una táctica adecuada deducible de un correcto análisis concreto, Lenin, sacúdete en tu cripta.

El resultado no ha sido ni el fin de la concertación ni el principio de algo nuevo, tampoco ha sido el triunfo de la derecha puesto que ha gobernado incontestablemente por 36 años. La palabra derrota, por lo tanto, sólo se puede aplicar a la izquierda:

La concertación seguirá indisolublemente unida debido al sistema electoral binominal que ha producido un congreso nacional polarizado y que ha sido transversalmente custodiado así como el restrictivo padrón electoral. Las mismas fuerzas que permitieron mantener unidos a la UDI y RN por veinte años, pese a las violentas recriminaciones e irresolubles conflictos entre ambos, serán las que coliguen a los cinco partidos de la concertación: DC, PPD, PRSD, PS y PC. El triunfo de Piñera en vez que cuestionar la Constitución de Pinochet y Lagos, la refuerza, y así también lo hace la incorporación de los parlamentarios PC que más que ser los “negritos de Harvard” son los soldados de refresco de Bachelet destinados a insuflar de “vitalidad y ética” al bloque gobernante hoy y co gobernante desde el once de marzo.

Si la concertación le niega la sal y el agua a Piñera sin problemas volverá ésta al poder el 2014 y podrá gobernar sin contratiempos dos décadas más y quizá una centuria. En cambio si realiza una oposición protocolar, que es lo más probable, la concertación -o cualquiera el nombre que reciba dicha alianza a posteriori- subsumirá a la alianza por Chile materializando el sueño de nuestros padres refundadores, Pinochet y Jaime Guzmán, de gobiernos de “unidad nacional” en la oligarquía y que nieguen discursivamente y militarmente los conflictos de clase gestionándolos populistamente. Esto último es lo que se conoce como corporativismo e incluso fascismo, y siempre fue una utopía para algunos personeros del dictador pero jamás antes llegó a implementarse, hoy está en ciernes, es el bolcheconcertacionismoaliancismo.

Sin que existiese la más mínima diferencia moral, política, económica, religiosa, ideológica, etcétera, entre Frei y Piñera (sólo basta mencionar que ambos se enriquecieron en dictadura y en la misma proporción, el diferencial lo generó Piñera en “democracia”) el hecho que la izquierda haya mordido el anzuelo de que su lucha en esta crisis comenzaba y terminaba con apoyar a uno de los criminales por sobre el otro es la derrota de la cual hablo.

Ganó Piñera, un tipo que desenfadadamente propone privatizar CODELCO (aunque Frei lo hiciera de todos modos aunque de modo subrepticio), alguien que nos enemistará con nuestros vecinos, que nos producirá más arcadas que los tartamudeos y cacofonías de la actual mandataria, que querrá asumir un rol machista en seguridad pública incrementando -aunque sea marginalmente- la hiper represividad de nuestra democracia de opereta.

Ganó Piñera, y los que están con él, y para peor la concertación está más viva que nunca.

El objetivo para la izquierda era destruir la concertación, única posibilidad de reconstruir una opción radical en un sistema binominalizado, y era posible; en segundo término también era un objetivo producir una crisis intraburguesa para avanzar en el terreno disputado. Ninguno de esos objetivos se obtuvo porque ni siquiera fueron vislumbrados ni por los oxidados jerarcas ni por nuestra refinada vanguardia.

Es más, el haberse dejado presionar y más, extorsionar, con el cuento chino de la dictadura, contado por quienes han sido sus leales continuadores, ha quebrado toda unidad en ciernes y le ha regalado la oportunidad que precisaba la oligarquía para refundarse en pilares nuevos.

Cuando terminen las purgas de telenovela en la concertación asumirán en gloria y majestad las “caras nuevas”, los Lagos Wea, Carolina Tohá, Orrego, todos hijos, nietos, sobrinos de oligarcas, agentes oficiosos y oficiales de los intereses macroempresariales. Serán los nuevos Arrate, un Manuel Guerrero quizá, los que sellen el acuerdo decorando plantillas parlamentarias so pretexto de romper, esta vez sí que si, la exclusión.

Mientras tanto más de la mitad del electorado seguirá excluído. Quizá lo más grave, es que todos los que estamos afuera somos menores de 35 años lo que transforma a nuestro particular régimen en una oligarquía, y al mismo tiempo, en una gerontocracia. La próxima crisis en tales condiciones será devastadora pues será política, económica y generacional, no para el poder, sino que para nuestra sociedad, y no será el paro de los profesores pues bien dijo el presidente del PRSD “hemos perdido estas elecciones por culpa del señor Velasco, quien nos ha restado quinientos mil votos para pasarle una billetera llena a la derecha para que ella resuelva todas las deudas históricas y le sobre dinero”. No serán los trabajadores privilegiados, los que pueden negociar con el empleador, quienes se revelen, o los hijos de la oligarquía que estudian en la Universidad de Chile o la Católica pese a los palestinos que adornes sus cuellos. Serán los marginados, los excluidos, aquellos a quienes no se les ha preguntado nada, los que ven en la izquierda un inspector de patio de un colegio numerado, con las suelas desgatadas y el bigote mal cortado.

Para matar a los vampiros se necesitan estacas y para los licántropos balas de plata y además, la voluntad de hacerlo. La izquierda no dispuso de lo primero ni de lo segundo, ni supo como ni quiso aniquilar a la concertación. Como lo que no mata fortalece hoy no sólo tenemos concertación para rato sino que además tenemos izquierda para nunca.


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