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Tiempos insostenibles

Bruno Peron Loureiro

Viernes 30 de julio de 2010, por Barómetro Internacional, Bruno Peron Loureiro

Insostenibilidad es la palabra que mejor define al estado alcanzado por la humanidad. Mientras que la preocupación antes estaba referida a la carencia de alimentos para una población mundial en crecimiento galopante –Malthus fue generoso solo en su época- tenemos hoy indicios de que el planeta está en colapso.

Tal vez la profecía de “2012” no sea tan alarmante al punto de frenar la acción de los seres cobardes y canallas, que no temen sino a la disminución de sus lucros y al riesgo de que sus gozos terrenales sean socializados por algún presidente izquierdista.

Podemos dar fe que el ápice de la maldad todavía está por alcanzarse, antes de la guiñada vibratoria que este planeta sufrirá (¿súbita o lentamente?) para que sean expulsados los malos elementos que se obstinan en caminos funestos. ¿Estuvieron engañados los mayas?

Muchos de esos seres dirigen o aún gestionan -a disgusto de los bien intencionados- comunidades o países enteros. Hay inclusive los que se entrometen en otras naciones soberanas como si fuesen policías del mundo. Juegan a convencernos –anacrónicamente- que pueden ser fieles representantes del pueblo o autoridades de una causa común.

La historia y la razón desmienten estos mitos.

El dinero estimula el pecado, pero peca aquel que flaquea. En caso contrario no habría espacio para algunos de los más rentables negocios del mundo, tráfico de armas, de drogas y explotación sexual y laboral. La maldad se vierte insaciablemente. Ruedan cabezas por causa del narcotráfico.

Falta buen sentido en la política, aunque su ruedo desmitifique cualquier tentativa de consenso.

Una de sus expresiones es que los líderes sindicales del sector bananero protestan en Panamá contra una nueva ley que los perjudica y prevé por ejemplo, la suspensión en caso de huelga y la acción de la policía para proteger a las empresas. La jerarquía social es opresiva. La sensación es que aumenta la irreversibilidad de la pobreza entre aquellos que sueñan en abandonarla. Se confunden las manifestaciones sociales con la conmoción en las ciudades latinoamericanas. Así se criminaliza a movimientos sociales y marchas que pretenden solamente mostrar que hay quienes piensan diferente.

El laboratorio de fenómenos sociales y políticos en Bolivia recibe un nuevo experimento. Hay voces discrepantes sobre la participación de la USAID en Bolivia, algunos acusan a la agencia estadounidense de entrometerse en la vida política del país, tal como lo sustentan el presidente Evo Morales y los parlamentarios del MAS (Movimiento al Socialismo), mientras que otros son favorables el resultado benéfico de la voluminosa transferencia de recursos de los Estados Unidos a proyectos de desarrollo, como los de conservación de la biodiversidad y promoción de la salud.

Mientras se escriben estas líneas pulula la idea de cuantas cosas podrían ser diferentes en la organización social, pero no para agradarme a mí o a usted, sino al mayor número posible de ciudadanos. Mientras tanto, las decisiones más importantes que a todos incumben, dependen de “representantes” ensimismados o en pequeñísimos grupos que piensan de una manera diferente a la mayoría. Son convictos de que, si existe el mérito, algunos podrán enriquecerse a despecho del empobrecimiento de otros, que asisten a la liquidación de las pocas oportunidades con que se cuenta.

Muchos creen que el planeta se ha degradado moralmente, como si hubiese una regresión del nivel evolutivo. Una mirada más atenta deduciría que un gran número de seres humanos han tenido la oportunidad de demostrar que se merecen la “vibra” de “2012” que se avecina. Por lo tanto, la maldad no ha empeorado, pero existe un número mayor de seres humanos que la practican.

Cuando la pandilla no es legal, es hora de buscar otra. O se dispensan a aquellos que no encuadran.

El planeta Tierra es diverso, rico y estupendo. Su riqueza con todo es tan inconmensurable que se sacude de lo que se pensó está en el oro, los diamantes, el petróleo, el dólar o los narcóticos o cualquier otro bien que descarriló a la humanidad.

Cuídense de aquellos que depositaron toda su fe en estos bienes materiales porque los tendrán en abundancia en planos de existencia dónde ellos no valen nada. El eco del vacío será ensordecedor, así como la visión de un paraíso que no se puede disfrutar.

El planeta se ha convertido en un prostíbulo, que tiene lo peor de la evolución de cualquier especie. Con todo, aún existen individuos con ideas vivificantes, entre tantas garrapatas en la humanidad.

Mientras se deja un planeta en andrajos para la posteridad, no es justo que sus protagonistas recojan lo que estuvieron lejos de sembrar.

Prestemos atención a los ejemplos edificantes que vienen de donde menos esperamos. Existen seres buenos entre tantos ruines. Usted puede ser uno de ellos, valorícese.


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