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PERÚ - La unidad y el cambio

Javier Diez Canseco, La República

Lunes 20 de junio de 2011, por Gladys Fernández, Javier Diez Canseco

20 de junio de 2011 - La República - La gira a Brasil y el cono sur, así como su desempeño después del 5 de junio, van difuminando infundios y temores creados entre sectores de la población por quienes buscaron demoler a Ollanta Humala y Gana Perú en el proceso electoral. Un 70% de encuestados aprueba la actuación del presidente electo, un magro 6% opina que hará un mal gobierno contra un 78% que piensa que llevará adelante un buen o regular gobierno (39% cada opción), y una amplia mayoría (2/3 de los encuestados) que opina que los partidos deberían darle apoyo (total o crítico) al nuevo gobierno, dan cuenta de esta nueva actitud de la opinión pública urbana.

La opinión pública recoge claramente la propuesta de un gobierno de concertación nacional que involucre a las fuerzas que impulsaron Gana Perú y a quienes apoyaron el proceso en segunda vuelta, cerrando el paso a la restauración del fujimonte-cinismo. Así se ve en las respuestas de los encuestados respecto a la composición del gabinete o la conducción de los poderes del Estado. La propuesta de presencia de personas de diferentes partidos, incluyendo la izquierda, de independientes y ciertamente de dirigentes nacionalistas es ampliamente mayoritaria. Así mismo, el que el gobierno tiene como signos de identidad el cambio y la atención a las necesidades de los marginados y pobres, así como el combate a la corrupción.

El arranque del gobierno contará con oxígeno desde el grueso de la sociedad, en sus inicios, aunque Alan García deja un país con graves conflictos (Puno, Tayacaja, Nasca, etc.), encarpetó temas como la consulta previa y ha abierto nuevos frentes con los gobiernos regionales. Por ello, habrá que evidenciar eficiencia y presteza en llevar a la práctica lo ofrecido, así como dialogar y concertar. Ello hace indispensable consolidar un bloque político y social que sostenga las propuestas de cambio, cumpla los compromisos: crecimiento con inclusión y justicia social, así como moralización y devolución de ética a la política. Gana Perú es una herramienta fundamental en este proceso, por encima de camisetas propias, en tanto conforma un bloque de ancha base social. Pero es también central consolidar el entendimiento político con las fuerzas políticas y sociales, así como las personalidades que sumaron en la segunda vuelta para garantizar la gobernabilidad y los embates de quienes no quieren el cambio.

Este proceso debe reflejarse en el Ejecutivo y en el Congreso, con un criterio de responsabilidad con la gobernabilidad para el cambio. Gana Perú tiene una gran responsabilidad en este campo y en no olvidar los compromisos centrales que llevaron a la victoria o que los poderes fácticos que impulsaron la guerra sucia están vivitos y coleando, aunque afectados por la derrota de su campaña reciente.

No es casual que se empeñaran en desdibujar al gobierno electo vía la imposición, en puestos claves del manejo económico, de personajes que perdieron las elecciones y se oponen al cambio. O que –comprobado que Alberto Fujimori no padece de una enfermedad irreversible ni, menos aun, está en una fase terminal– aparezca el señor Cipriani abogando por un pacto político García-Humala para indultar al reo que sufre condena de 25 años por delitos de lesa humanidad y asalto a la caja fiscal; como si la sanción que enfrenta no fuera producto de los gravísimos daños causados, sino una venganza política que ahora se puede superar. ¿Y el comunicado de Confiep pretendiendo mantener la noción de un Estado mutilado en su capacidad de regular e intervenir en un mercado deformado por monopolios y oligopolios todopoderosos que perjudican a usuarios, consumidores y trabajadores? Otros siguen agitando los fantasmas de la presencia de quienes venimos de trayectorias y compromisos de izquierda y justicia social. Así anuncian cómo jugarán a descomponer el bloque de fuerzas que abrió las puertas del cambio y a distorsionar los compromisos adoptados con el país.

El desarrollo de una política de unidad de fuerzas, de frente y entendimiento para la gobernabilidad del cambio es fundamental para la gobernabilidad del proceso y los procesos de diálogo y relación con el movimiento social.


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