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Cómplices de los insanos

Bruno Peron Loureiro

Sábado 10 de septiembre de 2011, puesto en línea por Barómetro Internacional, Bruno Peron Loureiro

Hasta hace poco tiempo, no desconfiaba tanto de la nocividad de los medios de comunicación hegemónicos y creía que demasiado recelo hacia ellos podía ser exagerado, una vez que disponemos de herramientas interactivas –sobre todo de los recursos del Internet- que finalmente permiten que nos informemos y expresemos nuestras opiniones sobre temas diversos.

Luego reconocí que las formas clásicas de desigualdad y opresión se perpetúan a través de nuevos modos de vehiculación y transposición de la cultura, como la artimaña empleada por empresarios poderosos para deponer jefes de Estado y al contrario de lo que pregona su discurso, violar normas de derechos humanos y de autodeterminación de los pueblos.

No es por casualidad que Libia se convirtió en escenario de una guerra sangrienta en nombre de la democracia y el líder Muammar Gadhafi se transformó en la vedette de una cacería que quiere “liberar” al pueblo libio de las manos de un “dictador” que “masacra a su pueblo”.

La noticia es la misma en casi todos los diarios electrónicos que consulté de varios países alrededor del mundo, lo que me hace deducir que provienen de las mismas agencias internacionales que “informan” al mundo sobre lo que ocurre en Libia.

Tengo cada vez más miedo de esta relación entre política y medios de comunicación hegemónicos, y sobre todo de la democracia maquiavélica que oculta la invasión a otros países, expolia sus recursos naturales y manipula a la opinión pública. Esta no es la primera vez y no creo que sea la última.

Siendo Libia un país rico y estratégico en agua subterránea y petróleo y carente de una constitución, ¿qué argumento tiene la cobarde Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) para convencernos de que la transición traerá paz al pueblo libio? Basta con ver la situación degradante de Afganistán e Irak, cada vez más inestables.

Hay una larga fila de empresas transnacionales de construcción civil y servicios que, a ejemplo de lo que sucedió en Haití luego del terremoto negocian con las “oposiciones” (que país no las tiene) las maneras de desestabilizar gobiernos y superar la crisis de superproducción y especulación financiera que asola al mundo.

El canciller brasilero Antonio Patriota ve con desconfianza la asociación entre incursiones militares y la promoción de la democracia, sin embargo apoya por razones políticas el embargo impuesto a Libia por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

El Brasil no se arriesga a expresar la insatisfacción que su diplomacia siente con la subasta de Libia por parte de las grandes potencias, en la misma medida que lo hace el presidente venezolano Hugo Chávez frías, de la misma forma que lucha contra el cáncer.

El episodio de Libia recuerda, a pesar de las diferencias de tiempo y magnitud, a la alianza que los corsarios europeos establecieron con una de las partes en la disputa entre tribus aborígenes en África y América Latina para hacer efectiva la conquista. Siglos más tarde aparece el mismo argumento sobre el crecimiento de los grupos de ”oposición” y sobre procesos de “transición” a la democracia que son como mínimo dudosos, si no condenables.

Con esto no me niego a reconocer la importancia de las democracias, dónde supuestamente el pueblo defiende sus expectativas contra la arbitrariedad de los hombres de Estado, sino que cuestiono si la demanda es legítima entre los pueblos árabes.

¿Qué sucedería si alguna civilización oriental que tenga un régimen político distinto al de la democracia occidental resolviese “ocupar” los Estados Unidos apoyada en una liga militar internacional e imponer ese régimen que encuentran como lo mejor para ese país y para el mundo?

La sospecha es mayor todavía tratándose de un contexto en el qu las políticas económicas estadounidenses –jefes de los corsarios de la OTAN– se dirigen a reducir su deuda y recuperar a este país de la crisis de 2008-2009. Algunas medidas puntuales se encaminan al aumento del crecimiento económico y a la generación de empleos.

Las guerras en los países árabes por lo tanto, aparecen en un “buen” momento en que EE.UU. necesita colocar sus mercaderías y mover sus industrias antes de ser digerido por China. Siria también está en la mira y el pretexto no será diferente de ese deseo de democracia que los estúpidos estadounidenses gobernados hace décadas por la rotación entre dos partidos genuflexos al poder económico, juzgan que es lo mejor para el mundo.

Entre los aliados en esta guerra está la decrépita y menguante Francia, que hará su control de inmigración cobrando a los extranjeros la fluidez en idioma francés. Esperan con esta medida reducir drásticamente el número de ilegales. Una de las características de la globalización es que el dinero circula con cada vez menos restricciones entre los países y sin embargo las fronteras se cierran a las personas de formas cada vez más “democráticas”.

Mientras tanto se exige a los niños en la devastada Haití que se eduquen en francés aunque solamente el 5% de la población se comunique en este idioma y más del 90% hablen el “creole” que es una variación caribeña de la lengua de la antigua metrópoli.

Hay fenómenos en América Latina que acompañan la onda de protestas mundiales contra los regímenes políticos vitalicios y el sistema capitalista. El movimiento estudiantil despertó reivindicaciones de otros sectores en Chile, que además de mejoras en la educación sugieren una revolución en el sistema de salud y de redistribución de la renta.

Las protestas estudiantiles por lo tanto nos muestran una protesta más amplia en Chile y la caída de la popularidad del presidente Sebastián Piñera. El riesgo es que su gobierno neoliberal anule el vigor del movimiento y justifique su represión por la propagación de la violencia de los manifestantes encapuchados.

Es preciso cuidar nuestra conciencia antes que la manipulen o la roben. El camino es investigar que tan razonable es el manejo comercial e industrial del mundo.

¿Seremos cómplices de los insanos o instigadores de un orden de complacencia?


http://www.brunoperon.com.br

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