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PERÚ - Cumbres borrascosas

Javier Diez Canseco, La República

Lunes 3 de marzo de 2008, puesto en línea por Javier Diez Canseco

03 de marzo de 2008 - La República - Alan García llamó al 2008, el "Año de la Cumbres Mundiales en el Perú". No importó que la ONU lo declarara Año Internacional de la Papa y que Perú sea la cuna de este noble tubérculo andino. Ignoró un tema de identidad, precisamente cuando Chile pretende, otra vez, apropiárselo.

Pero no es casual. García pretende, este año, profundizar el neoliberalismo (privatizarlo todo) y nuestra inserción internacional en la periferia de EEUU. Émulo del fujimorismo y del toledismo, en el camino del TLC con los EEUU, pretende multiplicar los TLC con Chile, Japón, la UE y la propia China. Vale la pena hacer un breve balance de la experiencia de AL y el Perú en esta globalización en curso, en contraste con otros modelos como los de los países asiáticos y China. Resumo el análisis de Enrique Dussel, economista estudioso del fenómeno chino, sobre los procesos latinoamericanos de apertura económica desde los 80 y sus diferencias con los de Asia y China.

Desde los 80, gran parte de AL y el Perú se han abierto, sin límites, a la circulación de mercancías y capitales, han suscrito TLC que van de la mano con generalizadas privatizaciones de recursos, infraestructura pública, educación, agua, tierras, bosques y hasta símbolos nacionales (lo que provocó la protesta del Cusco). Se impuso el Consenso de Washington: minimizar el Estado, privatizar los recursos naturales y servicios esenciales, reducir los derechos sociales y laborales, abrir las puertas al capital extranjero sin control y lleno de privilegios tributarios, abandonar el mercado interno y priorizar las exportaciones de materias primas, maquila y energía.

PNUD, Onudi, Cepal y el BM resaltan que –en los últimos 25 años– los resultados no fueron los esperados. En crecimiento, comercio, equidad y competitividad, África y AL han perdido ante Asia. En AL las desigualdades y la polarización interna (entre sectores sociales, tipos de empresas y regiones subnacionales) se profundizaron. Sólo escasos sectores y empresas se han beneficiado de la globalización, mientras la mayoría está igual o peor. El pase a la "industrialización orientada hacia las exportaciones" y apertura a importaciones indiscriminadas como motor de crecimiento de la economía, abandonando los mercados internos, se impuso, pero no resolvió nada.

Las tesis del Consenso de Washington se entronizaron en muchos países –Argentina, México, Chile, Perú– independientemente del partido de gobierno (Fujimori, Toledo o García) y con magros resultados. Generaron hondas polarizaciones socioeconómicas y territoriales acompañadas de falta de desarrollo económico, empleo formal y de calidad, míseros salarios reales, y estancamiento de la competitividad de gran parte de las empresas, mientras sectores económicos como el agro y la manufactura, entre otros, parecieran ser "no competitivos" y destinados a desaparecer. La estrategia latinoamericana y sus resultados contrastan diametralmente con los de los países asiáticos y China. Entre 1980-2006 (según el BM) el PBI per cápita chino creció 2.6 veces más que en Chile, 10 veces más que en México, 16.4 veces más que en Brasil, 13.1 veces más que en AL y 22.8 veces más que en el Perú.

¿Por qué?, se pregunta Dussel. ¿Qué hicieron allá que no hacemos? Pues, frente a la improvisación de AL, hay una estrategia china de largo plazo. Por la importancia estratégica del sector agrícola –de "seguridad nacional" ante masivas hambrunas anteriores y con el 65% de la población– China desarrolló políticas de integración al mercado mundial capitalista de largo plazo desde los 80: masivas políticas estatales e instrumentos a nivel de municipios, ciudades, regiones y del gobierno central vinculadas al desarrollo de ciencia y tecnología, inversión extranjera, políticas industriales, comerciales y masivos incentivos y subsidios por parte de las entidades estatales. No minimizó al Estado, sino preparó al país para su integración al mercado mundial. Ahora, luego de décadas de incentivos, por ejemplo, China está en plena capacidad de competir en el mercado mundial. Su adhesión a la OMC desde finales de 2001 es plenamente coherente: después de más de 20 años de preparación, buena parte de su industria se encuentra en condiciones de competencia en el mercado mundial capitalista.

China no sólo creció económicamente, redujo enormemente la pobreza absoluta, aunque tiene graves problemas de contaminación, polarización social y territorial y verticalismo político. Pero, China –contra el Consenso de Washington– mantuvo el rol del Estado y del planeamiento, priorizó la seguridad alimentaria y luego la industrialización, desarrolló la concepción de cadenas productivas y científico-técnicas, promovió su mercado interno e integró sus nuevos procesos con el resto de su economía, mientras en AL estos son casi islas de "prosperidad", ajenos a cadenas productivas y al desarrollo científico y técnico.

Las cumbres del 2008 nos llevan a piscinas sin agua y sin saber nadar, con un país sin prepararse y con la mayor parte de su población en abandono. Sirven de argumento para reprimir la demanda social y resultan verdaderas cumbres borrascosas en cuya cima sólo están los privilegios de unos pocos.


Reproducción por iniciativa del autor.

http://www.larepublica.com.pe/content/view/207272/481/

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