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BRASIL - Dualidades en el análisis político

Bruno Peron Loureiro

Jueves 25 de febrero de 2010, puesto en línea por Barómetro Internacional, Bruno Peron Loureiro

La multiplicidad de ideas es fértil en tierra democrática. Emerge sin embargo con el riesgo de transformar posturas múltiples en dualidades en el análisis de la coyuntura política sudamericana.

Apenas nos adentramos en un año de elecciones en Brasil y parece que las únicas cartas sobre la mesa fueran lanzadas por el Partido de los Trabajadores (PT) y el Partido de la Social Democracia Brasilera (PSBD). Es como si esta identificación inhibiese a los demás partidos, al punto de que no les resta más que apoyar a uno u otro de los dos grandes jugadores. Ya se habla de alianzas para una posible segunda vuelta y otras especulaciones.

Todavía, las categorías de “izquierda” y “derecha” son recicladas de acuerdo con lo que cada uno piensa de ellas sin ninguna base histórica sobre la composición de una u otra. La crítica a los grandes medios de comunicación pasó a ser parte de un ala más “izquierdista”, mientras que otra más “derechista” se conforma con atribuir la culpa de cualquier desgracia nacional al presidente Lula. El mandatario asumió la presidencia en enero de 2003 pero parece ser responsable por toda la pobreza espiritual y material de la que el país da testimonio.

La polémica en torno al 3er Programa Nacional de Derechos Humanos afectó la tranquilidad de algunos grupos en lugar de ofrecer un gel desestresante. Mensaje: la verdad tiene sus límites. Que el futuro(a) huésped del Palacio de Planalto se prepare para la misma ola de críticas que crucifica a una única persona. Falta esperanza de diálogo en Brasil.

El panorama no es más halagador cuando se trata de evaluar a nuestros vecinos sudamericanos y comparar los datos de desarrollo. Se pasa a hablar de “medidas” de democracia. Las dualidades y el desconocimiento de las complejidades de cada país inducen a interpretaciones superficiales y tendenciosas. La última se refiere al esfuerzo de cultivar la idea de dos ejes de países en la América del Sur: uno de políticas más conservadoras y alineadas a los Estados Unidos (Colombia, Perú y Chile) y otro de orientación más popular y progresista (Venezuela, Ecuador y Bolivia).

Sebastián Piñera ganó las elecciones en Chile junto a la chance de continuidad de las políticas de sus antecesores inmediatos, mientras el líder indígena Evo Morales conquistó su segundo gobierno con la promesa de refundar Bolivia. Vecinos que beben de manantiales diferentes.

Y Brasil, ¿en cuál eje se sitúa?

 En la pretensión de líder regional, hasta que las ropas caigan y aparezca el esqueleto putrefacto.

 En el liderazgo de misiones de paz de las Naciones Unidas hasta que países más poderosos afinquen su bandera donde no son llamados y se hagan dueños de la situación.

 En los préstamos del Fondo Monetario Internacional hasta que la casa de los nuevos acreedores sea también atacada o inundada por las lágrimas de la naturaleza, que se escurren incesantemente por Angra dos Reis, São Luiz do Paraitinga, São Paulo, etc.

Algunos nos quieren hacer creer que todo lo que es vecino del Brasil es harina del mismo costal. No es de extrañar que el frente tupinica mire para el mar mientras da la espalda a nuestro continente.

Es necesario un esfuerzo adicional para entender el dinamismo de las propuestas antagónicas, que al contrario de devolvernos al surco, nos ofuscan la visión. Nos hemos acostumbrado a los proyectos tan discrepantes. El Estado de São Paulo utiliza dos modelos, el que promete mucho, pero exige pagar por todo lo que el estado debería proveer según el modelo de esa promesa, como la educación, la salud y la seguridad.

No es casualidad que una parcela de los recién formados en Brasil sueñe con ser funcionario público. Si ellos nos quitaron, quitémosle ahora a ellos. Esta es la opción tupinica para los tupinicas, que insiste en buscar en los prototipos del Big Brother Brasil –y porqué no- en nuestro Tio Sam.

Las mandíbulas del Estado no dan tregua. Ni la trampa del libre mercado reconforta a los pequeños empresarios frente a la hegemonía industrial de China, el predominio de las grandes marcas y la disputa ideológica que hace que los Estados Unidos trasladen veinte mil soldados bien cerca de Cuba. ¿No son médicos los que Haití necesita?

Desperdiciamos nuestro escaso tiempo de ocio con productos culturales estadounidenses. Pagamos para que ellos sean nuestros señores feudales en la división internacional del trabajo. El mundo todavía necesita azúcar y sus derivados ¿Cómo podríamos olvidarnos del etanol?

Trato de alertar frente a la reducción del análisis político a dualidades: Oriente y Occidente, terroristas y demócratas, “americanos” y “latinos”. La aventura es peligrosa. El mundo es mucho más de lo que nos cuentan los Occidentales, demócratas y “Americanos”. Corremos también el riesgo de que todo parezca natural. A propósito, casi nadie habla más del sórdido golpe militar en Honduras que derribó al presidente legítimo Manuel Zelaya.

Mientras tanto, seguimos comiendo el pan que el diablo amasó en las tierras de cultivo.


brunopl[AT]terra.com.br

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