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Un intento de ensayo poético político

CHILE - En su bicentenario: la sociedad post Pinochet

Nicolás Chadud

Jueves 23 de septiembre de 2010, puesto en línea por Claudia Casal

Apertura:

En la sociedad post Pinochet todo es posible.

Se puede escuchar a políticos refiriéndose a su compromiso con una democracia humanitaria y defendiendo a ultranza la Constitución de Pinochet, particularmente la “Ley Antiterrorista”, con sus modificaciones y todo.

Se ha podido involucrar judicialmente a personas en actos terroristas, incluidos extranjeros, sin pruebas fehacientes ni de terceros, para llenar de júbilo al Tío Sam.

Se ha invisibilizado el hecho de que se haya levantado la ciudad más grande del país, casi sin límite y control urbanístico, Santiago, en la zona más fértil del territorio y todavía le cargamos la culpa a Pedro de Valdivia. ¡Sociedad rencorosa y de culpas!

Es posible encontrar amigos por montones, siempre y cuando sean de “tu lado”, “de nuestro bando, de nuestro equipo”. ¡Los mismos que vociferan sobre la añorada unidad nacional!

En el Chile Bicentenario no resulta extraño tener como amigo a Rafael Correa de Ecuador, a Silvio Berlusconi de Italia o al mismo Sarkozi de Francia. “¡Todo sea por nuestros intereses nacionales”!

En el Chile de hoy la farándula no es parte de la vida, es la vida misma. Lastimosamente la política institucionalizada es el verdadero “reality show”.

En la sociedad post Pinochet no resulta extraño pretender rescatar a unos mineros que se encuentran bajo tierra y simultáneamente “echar bajo tierra” a los mapuches.

En nuestro terruño nacional resulta común escuchar a chicas adolescentes que desean convertirse en “artistas o modelos” antes que médicos o arquitectos. Un par de implantes mamarios hacen más fácil cumplir con dicho objetivo. “¡Viva el neoliberalismo y el rational choice!”

En nuestro país resulta impactante escuchar a ciertos personajes que dicen favorecer el empleo juvenil y al mismo tiempo apoyan alcaldes que cierran cuanto bar, pub o centro nocturno se les cruce en el camino, con tal de no molestar a los viejitos que dan sus votos o más bien llamémoslos “viejitos devotos”.

En el Chile Bicentenario es frecuente hablar de país modelo y percibir que casi ninguna fecha se cumple, ni la palabra se respeta. ¡Quiero comprar un canal de TV! ¿Me lo venderán?

En el Chile de hoy ya resulta gracioso que la Alianza y la Concertación hayan puesto el “grito en el cielo” por la Colusión de las Farmacias. ¿Cómo le estará yendo a “Don Adolfito” en Buenos Aires y al otro colorín en el Ministerio de Defensa?

En Chile pensamos que somos el centro del mundo, con suerte los más cultos nos conocen por Neruda, Allende o Pinochet, otros por el “matador” Salas.

El Chile actual se siente muy orgulloso, complacido y es autorreferente. A diferencia del pobre pero vigoroso Chile de los cincuenta o sesenta. En el cual se decía: “No tenemos nada, y queremos hacer todo”. Ahora es al revés, “pensamos que tenemos todo y no queremos hacer nada”.

En el Chile Bicentenario se incentiva el aprendizaje del Chino Mandarín, del Inglés o Francés, sin saber bien el español, ni escrito, ni hablado.

En nuestro país la intelectualidad sin intereses mezquinos no tiene espacios. ¡El sistema tiene considerado excluir lo “prescindible”!

Gracias al discurso de “la tolerancia y la no discriminación” debemos aguantar cualquier estupidez, humor barato y liviandad en la televisión, en cualquier horario.

Debemos dotarnos de “tolerancia” para poder soportar las entretenidas llamadas que realizan los call center de las casas comerciales, ofreciendo: crédito, dinero ahora, premios, incentivos, tarjetas y todas esas cosas siúticas que pensamos, erróneamente, nos facilitan la vida.

En el Chile post autoritarismo prima un individualismo precario y atomizado, que se refleja en el “sálvese quien pueda, donde pueda y como pueda”.

Sigue siendo parte de nuestra idiosincrasia y cultura el no devolver lo ajeno. Así como echarle la culpa al de “menor rango” o al ausente; el muerto, el mártir; los sin habla.

En el país post Pinochet no interesa ser correcto, justo o buen profesional, más vale ser astuto, negociante, movido como dicen por ahí, más bien “pillín” y “apernado” como diría yo. Además, así puedes adjudicarte el título honorífico de la sociedad post industrial: “el emprendedor” que generalmente “empezó de cero”.

En el Chile actual nos tienen adormecidos con el discurso de que la búsqueda incesante y sin límites de lucro personal contribuye siempre a la sociedad.

En el Chile Bicentenario el “Ejecutivo” no ejecuta, con suerte te contesta el email, si es que no estaba en “reunión”.

En el Chile de los últimos tiempos, nada es tan malo, ni tan bueno. Eso sí, si cumples con el perfil de lo “políticamente correcto” se facilitan las cosas. Para ello, algunos consejos. Evita hablar de política en lugares públicos o concurridos (sobre todo si suena subversiva), no le discutas al jefe, relaciónate con gente poderosa y de “buena familia”, opina ambigüedades, no quedes mal con nadie.

En el país del mar, los valles y la cordillera, es posible encontrar personas que no comen mariscos, pescados, verduras o cordero. Prefieren la “Fast chatarra” que al parecer ha producido los “Fast obesos”.

En Chile las instituciones de claustro se encuentran confabuladas. Los hospitales ofrecen curas a los niños y los curas se ofrecen como pediatras o consejeros íntimos de la infancia.

En Chile las garantías de los productos son una imaginación del cliente cuando adquiere el bien. Es curioso que uno nunca tenga la razón.

En Chile no tenemos las mejores universidades, pero lejos las más caras.

Esperamos que la reivindicación del “Estado de Derecho” no consolide un Estado de Derecha.

Es plausible también conocer personas que escriben y piensan libremente, reivindicando el clásico “no hay nada que perder”.

Cierre, reflexiones sobre Chile en un Mundo Mundializado:

Sin duda los países cambian. Debemos dotar dicha palabra de contenido, de compromiso, de dirección, de política, en un sentido revolucionario. Actualmente se encuentra secuestrada por una élite que añora cambiar todo, cuando en realidad no intenta cambiar nada.

Chile se encuentra inserto en un mundo que critica a Hitler y al fascismo como un accidente, o una suspensión de la historia y no como parte substancial (continua) de la historia moderna y contemporánea. ¡Véase el caso del Estado de Israel!

Si Bush representa al norteamericano religioso, conservador, chovinista, patriotero y republicano. A su vez, Obama representa al mundo universitario, cosmopolita, liberal, laico y progresista. Y percibes que han hecho casi exactamente lo mismo, por ejemplo, en política internacional. Es porque vivimos en un mundo oprimido por una especie de totalitarismo económico, ideológico, político y cultural.

¡No al régimen de los acomodados! ¡No al totalitarismo mercantil e ideológico cultural! ¡No a una sociedad despolitizada! ¡Viva las ideas, los proyectos colectivos, pensantes, autocríticos y emancipadores! ¡Nos vemos en el Tricentenario!


Nicolás Chadud es cientista político y miembro de la revista Hoja de Ruta.

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