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CHILE - La izquierda unida y el infaltable diputado racista

José Miguel Carrera

Domingo 6 de marzo de 2011, por Barómetro Internacional

Como esos hermosos girasoles, que siempre van buscando el sol, son infinitos los colectivos sociales que impulsan y representan las ideas de justicia e igualdad social de la izquierda chilena. Esta dispersión es el resultado de la diáspora con que concluyó la aventura más extraordinaria y hermosa del Chile del siglo XX, el gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende.

Algunos colectivos se llaman organizaciones, otros -más osados-, movimientos o partidos, configuran un arco iris de nombres, banderas y símbolos. Se unen, se disgregan, se marchitan y afloran nuevamente. Los más atrevidos y firmes han persistido y siguen avanzando, siempre buscando crear sólidas raíces en sus bases populares, garantía elemental de supervivencia de las ideas libertarias.

La diáspora se produjo por la represión, la persecución y el asesinato de líderes y dirigentes políticos y sociales que la derecha golpista transformó en política durante la dictadura. De la misma manera, jugaron un papel relevante, las traiciones encubiertas -de forma inteligente- como “cambios de énfasis” o “de realismo político” que aplicaron dirigentes de la izquierda tradicional al abandonar el legado de Salvador Allende.

La idea de crecer como girasoles, la escuché por primera vez de un hombre sabio, enfermo de amor por su hijo héroe, el arquitecto Raúl Pellegrin, poco tiempo antes de su fallecimiento. Al referirse al movimiento popular que luchaba contra la dictadura me dijo seriamente “Ya se sembró, ahora el sol y el ejemplo harán el resto, ellos saben lo que hacen, brotarán nuevamente”.

Chile merece una izquierda unida, que retome los ideales que nuestro pueblo observó en el ejemplo del presidente Allende. Una izquierda con voz propia que se proponga la tarea de conquistar una verdadera y genuina democracia, que impulse una constituyente que redacte una nueva Constitución decidida por todos, y a tono con los cambios de nuestra América Latina, que por sobre todo proteja los derechos ciudadanos de las mayorías.

Una izquierda que recupere las riquezas naturales que nos pertenecen, que nacionalice nuevamente el cobre y los demás minerales, hoy depredados por transnacionales extranjeras a vista y complicidad de las actuales autoridades del Estado. Una izquierda que no implore porcentajes de royalty, sino que recupere todas nuestras riquezas de forma definitiva.

La educación de nuestros hijos no puede ser un negocio privado y fuente de lucro para minorías privilegiadas. El agua debe ser un derecho humano para todos. La vivienda digna debe ser la bandera de lucha de la izquierda allendista.

Diecisiete años de izquierda masacrada durante la dictadura y veinte años de vagón de cola de la Concertación, nos ha impedido al parecer, pensar estratégicamente y con vocación de poder.

Chile debe florecer nuevamente como democracia de mayorías en Latinoamérica, el progreso actual de nuestro país nos ha costado a todos, pero solo es usufructuado por minorías egoístas.

Fuimos ejemplo en este continente de respeto y solidaridad con los demás países, identificados como un pueblo culto, sabio y respetuoso. ¿Cómo nos verán ahora nuestros hermanos latinoamericanos?

Por eso da vergüenza leer el artículo del diputado pinochetista de la UDI, Gonzalo Arenas Hodar, en el diario electrónico El Mostrador. Su escrito titulado: “Hugo Chávez se subió al árbol”, calificando de “primate” al presidente democráticamente elegido en la Republica Bolivariana de Venezuela es evidentemente de un carácter racista y xenófobo.

El odio de este fascista, nos recuerda la época de la Unidad Popular cuando los sectores más reaccionarios y golpistas chilenos trataban de “upelientos” o “comunistas asquerosos” a los seguidores del gobierno de Salvador Allende, expresando de esa forma su odio de clase, transformado después del golpe de estado en asesinatos y desapariciones masivas no del todo aclaradas hasta hoy.

Este diputado Arenas, representa –increíblemente- en el injusto y antidemocrático sistema electoral chileno, a un distrito del sur de nuestro país donde impera el abuso en contra del pueblo mapuche.

En su escrito lleno de odio propio de la aristocracia, ofende al bravo pueblo venezolano, que épicamente ha cumplido doce años de recuperación de su soberanía, de su derecho a elegir mayoritariamente su futuro y donde el ejemplo de Salvador Allende es respetado, de la misma manera que lo hace la gente sencilla de nuestro país. Quizás por eso su artículo ofensivo y grosero.

Venezuela, recibió con cariño verdadero, de hermanos, a los perseguidos de la dictadura de Pinochet y de la derecha a la que pertenece el señor diputado. Muchos chilenos reconstruyeron sus familias, unieron su futuro al de ese pueblo, del que debemos estar infinitamente agradecidos.

No es la primera vez que políticos chilenos se inmiscuyen en los asuntos internos de Venezuela, tenemos el indigno record de ser uno de los primeros países (a través de un gobierno de la Concertación) en reconocer al fallido y breve gobierno surgido de un golpe de estado que el imperio y sus lacayos locales intentaron derrocar al presidente Hugo Chávez en abril de 2002.

La izquierda política, social y cultural unida, independiente, organizada sólidamente en asambleas de base, en múltiples sectores y territorios le devolverá la dignidad a Chile y a su pueblo. Es hora de cosechar los girasoles de unidad, nuestros héroes populares se lo merecen.

Gloria al bravo pueblo como dice el himno nacional venezolano.
Construyamos un Chile Digno.


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