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Inflación

VENEZUELA - ¿Especulación, voracidad capitalista, o más?

Miguel Guaglianone

Domingo 1ro de mayo de 2011, por Barómetro Internacional, Miguel Guaglianone

Generalmente no realizamos muchos análisis sobre temas internos del país, sin embargo a veces se hace necesario establecer algunas reflexiones, aunque ellas se desprendan más de experiencias personales que de fuentes generales. Como la mayor parte de los ejemplos que vamos a mostrar surgen de esa experiencia, nos sentimos en la libertad de referirnos a los protagonistas por sus propios nombres.

Según afirman varias encuestas (entre ellas las de Latinbarómetro y Gallup, instituciones a las que nadie puede tildar de “pro-chavistas”), el pueblo venezolano está muy conforme (comparado con otros países del continente) con su sociedad, sus expectativas de nivel de vida y su democracia, sin embargo también se refleja en ellas que una de sus principales preocupaciones es el fenómeno de la inflación.

La oposición habla mucho de que Venezuela tiene la inflación más alta de América Latina, sin embargo no considera jamás la curva histórica –la que distintos voceros del gobierno han expuesto repetidamente– que nos muestra su ininterrumpido descenso en los últimos doce años (con las excepciones de los períodos del golpe de estado y el paro petrolero, que llegaron a desestabilizar económicamente al país).

El gobierno venezolano acusa fundamentalmente a la especulación como el principal culpable de la inflación (al respecto, recuérdese la declaración de un conocido empresario hoy prófugo de la justicia: “…seremos especuladores pero damos empleos”). Sin embargo creemos que es necesario además analizar otros factores que muestren algunas características muy particulares de nuestra inflación.

Algunas cifras descontroladas

La inflación en Venezuela golpea sobre todo en el sector alimentos y productos para el hogar. Allí suceden cosas muy curiosas. A partir de la política del gobierno bolivariano de nacionalizar diferentes empresas de producción alimentaria, ha surgido en el mercado interno un nuevo factor de competencia, que se confronta a las empresas privadas. El gobierno afirma que los precios de venta de los productos que estas empresas nacionalizadas suministran, contemplan todos los costos, incluyendo salarios, prestaciones sociales y capital para reinversión, por lo que ellas no están subvencionadas en su funcionamiento. Entonces, veamos que sucede a través de estos ejemplos:

1) Mantequilla: 400 g de mantequilla “Ella”, fabricada por Los Andes, empresa nacionalizada, cuestan al público Bs. 18.- (Bs. 45 el kg.). Sin embargo, los 200 g de otras marcas privadas de calidad similar (Zarco, Lactuario de Maracay, Torondoy, Paisana, etc.) oscilan entre Bs. 23.- y Bs.26.- (Bs. 115.- a Bs. 130.- el kg.)

2) Jugos: Algo similar sucede con los jugos envasados. El empaque de 1,8 lt. de Naranjada, también de Los Andes, se vende a Bs.10,90. (Bs. 6,06 el lt.). Los jugos similares de diferentes empresas privadas, oscilan sus precios entre Bs.22.- y Bs.26.- (Bs. 12,22 a Bs.14, 45 el lt.)

3) Refrescos: Esto no sucede solamente con las empresas nacionalizadas, el envase PET de 2 lt. de Coca Cola o Pepsi Cola (franquicias de transnacionales de los grupos Cisneros y Polar respectivamente) se vende a Bs. 12.- (Bs. 6.- el lt.). Sin embargo, el envase de 3,1 lt. de Big Cola –absolutamente similar a las dos primeras, producida por una compañía de origen peruano asociada a capitales venezolanos en nuestro país– se vende a Bs.11.- (Bs. 3,55 el lt.).

4) Jabón en Polvo: Otro ejemplo de la propia producción privada. Los 900 g. de Detergente en Polvo producido por la cadena de automercados Excelsior Gamma cuestan Bs.12,50 (Bs. 13,88 el kg.), mientras que los empaques de 900 g. de los producidos por las transnacionales Procter & Gamble y Colgate Palmolive (ACE y ABC) oscilan entre los Bs.22,50 y Bs.28.- (Bs.25.- a Bs.31.- el kg.)

¿Es posible explicar estas inmensas diferencias de precios que llegan al doble y hasta al triple en productos muy similares, considerando solamente la especulación? Creemos que no, que además de ella existen otros factores estructurales que son parte de este fenómeno.

Los márgenes de ganancia

Al principio de la década de los 90, cuando nos acercamos a la producción industrial, asociados a una pequeña empresa metalúrgica en Aragua, nos enteramos –a partir de las relaciones establecidas con otros pequeños y medianos industriales– que los márgenes de ganancia “normales” estaban en el orden del 300% (si fabricarlo me cuesta Bs.100.-, lo vendo para su comercialización en Bs. 300.-). Los márgenes usuales de ganancia en el resto del mundo para la producción industrial, oscilan entre el 15% y el 35% . La acérrima defensa de aquellos márgenes de ganancia llegó a ser una causa del cierre de muchas pequeñas y medianas industrias en Aragua (de las 4.300 que existían allí en los 90, hay hoy aproximadamente 2.300). Varios de los dueños de estas empresas explicaban, no solo a nivel de conversaciones privadas, sino en foros abiertos, que preferían vender sus infraestructuras, pagar las prestaciones a sus obreros y empleados e “invertir” el capital restante fuera del país, antes que reducir sus ganancias.

Un fenómeno similar descubrimos cuando trabajamos en la industria editorial. Constatamos que el precio final al público era como mínimo un 333% del costo de producir un libro (si producirlo costaba Bs.100.-, el precio al público era por lo menos de Bs.333.-). El margen “normal” de ganancia para la librería al detal era 40% del precio de venta al público y el del distribuidor 20%. Es posible que esta situación esté en proceso de cambio en los últimos tiempos. La política editorial del gobierno ha puesto libros a unos precios muy accesibles a todo tipo de público. Por lo que vimos en la última Feria del Libro en Caracas, las editoriales privadas han tenido que bajar los precios de venta al público (posiblemente rebajando sus márgenes de ganancia) para poder mantener ventas.

Monopolios y oligopolios

Hasta el día de hoy muchas de las áreas de productos o servicios comercializables en el mercado venezolano –a pesar de las leyes antimonopolio– están en manos de una, dos o tres grandes empresas o corporaciones, lo que les permite por propia voluntad o de común acuerdo, fijar los precios de venta.

En los años 80 realizamos un trabajo importante para el grupo papelero VENEPAL (propiedad en ese momento del Grupo Mendoza, el fundado por Eugenio Mendoza y hoy desaparecido, sin más relación con el Grupo Polar que el parentesco entre sus dueños). Hablando con un alto ejecutivo de producción del complejo industrial papelero, habiéndole preguntado por el sistema para el cálculo de costos, respondió que estaba retrasado unos dos años. Cuando preguntamos como hacían entonces para determinar los precios de venta al público, la respuesta fue directa. En Venezuela los precios de venta no tienen que ver con los costos. En ese caso, los ejecutivos de los dos grandes grupos productores de papel de aquel entonces (VENEPAL y Cartón de Venezuela) se reunían cada seis meses, y determinaban de común acuerdo cuáles serían los próximos precios de venta.

Mercado de capitalismo salvaje

Como vemos entonces, el mercado interno venezolano, hijo de una economía rentista petrolera e impregnado de consumismo incontrolado, se fue desarrollando durante el siglo XX con unas características que, más allá de los desaforados márgenes de ganancia y la fijación de precios por acuerdos entre los oligopolios o monopolios, contemplan también la absoluta falta de control estatal sobre la producción, distribución y comercialización; y la apatía y aceptación pasiva del público consumidor ante los esquemas de precios. La total falta de control estatal (aunada durante mucho tiempo en la “democracia de Punto Fijo” a un laxo y permisivo esquema impositivo) es un factor que explica en alguna medida las desmedidas reacciones de la derecha (incluidas la federación de cámaras empresariales, FEDECAMARAS y la central de trabajadores de oposición, CTV) cada vez que el gobierno bolivariano implementa alguna medida de control sobre el mercado (medidas de control naturales en los estados modernos, existentes en muchos países, sobre todo los centrales). Este es el “ataque a la propiedad privada y al libre comercio” que ciertos sectores de la industria y el capital criollos denuncian a viva voz frente a cada intento de regulación del mercado interno y que les da pie para tildar al gobierno de “comunista”.

La variable política de la inflación

Además de la especulación (acaparamiento, ocultamiento de productos para aumentar sus precios frente a la demanda creciente provocada, etc.) y los factores estructurales que mencionamos, (márgenes de ganancia exagerados; producción, distribución y comercialización monopolizadas; ausencia de control estatal y de los consumidores) existe un factor coyuntural en la inflación, que se hizo visible sobre todo después de los intentos de golpe de estado y paro petrolero en 2002 y 2003. Este factor es el intento de desestabilización política a través de la progresiva escasez y el aumento de precios de productos esenciales.

Es un secreto a voces, que más del 70% de la distribución de alimentos en el país (además de importantes porcentajes de su producción) están en manos del Grupo Polar y el Grupo Alfonso Rivas, ambos declarados enemigos políticos del gobierno. Recordemos que durante el intento de golpe de estado del 2002, los camiones de distribución del grupo Polar fueron usados como barreras para bloquear avenidas y autopistas.

No es de extrañar entonces que ambos grupos sean parte de una orquestada y sistemática acción de desabastecimiento y cambios desmesurados de precios (las mayonesas que producen o distribuyen, sin haber acontecido ninguna alteración en los factores esenciales de sus costos, tales como salarios, precios de materias primas –todas nacionales–, transportes, combustibles o carga impositiva, aumentaron de un día para otro su precio en un 78%, el empaque de 500g. por ej., pasó de Bs. 4,50 a Bs.8.-), con el objetivo político de producir descontento y malestar en la población.

Conclusiones

Si la economía fuera una “ciencia exacta”, (cosa a la que siempre aspiran los economistas) dispondría de sistemas y modelos capaces de predecir y explicar los fenómenos, y viviríamos entonces en el mejor de los mundos. Se habrían resuelto sus problemas y seríamos capaces de manejar sus variables para que se comportara de acuerdo a nuestros deseos y necesidades. Sin embargo las cosas no son así. La economía pertenece al ámbito de los fenómenos sociales, que configuran un sistema de alta complejidad, (que atraviesa en forma impredecible por estados “caóticos” ) frente al que no es posible realizar predicciones confiables, ni tener un control completo de sus variables que lleve al sistema a estados deseados.

La inflación es un fenómeno económico que responde a un entramado de variables complejas, que no reaccionan en forma lineal. Algo parecido al cuero que si se estira de un lado se encoge de otro. Cuando se intentan medidas, aparecen consecuencias no previstas. Por supuesto que eso no quiere decir que no se pueda hacer nada. La dura tarea de los economistas consiste en ir aplicando medidas y por medio del ensayo y error, ir acotando pacientemente las respuestas del sistema. Por consiguiente estamos seguros que existen en el fenómeno de la inflación muchas otras variables además de las que hemos expuesto, tanto visibles como encubiertas.

En el caso de Venezuela, ese entramado de variables si bien es tan complejo como en cualquier otra economía, responde también a características particulares, algunas de las cuales hemos tratado de ir haciendo visibles, mostrando a la vez que algunas de sus facetas que son claros exponentes de realismo mágico.


miguelguaglianone[AT]gmail.com


Notas

1* En la Venezuela actual, el término “nacionalizar” se refiere a que el Estado compra empresas privadas que considera de interés social, y las coloca a funcionar con participación de sus propios obreros y empleados.

2* Estamos hablando de las pequeñas y medianas empresas industriales, no de las grandes corporaciones que fijan sus ganancias a su antojo, aprovechando su condición de monopolio o su control sobre patentes o copyright.

3* Estados del sistema en los cuales predomina el “efecto mariposa”, por el cual la mínima alteración de alguna variable aparentemente marginal, es capaz de producir cambios fundamentales en el grado general de acción e interacción internos. En estos estados, el sistema se vuelve estructuralmente no predecible.

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