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PERÚ - Responsabilidad política

Javier Diez Canseco, La República

Sábado 12 de mayo de 2012, por Gladys Fernández, Javier Diez Canseco

07 de mayo de 2012 - La República - El contraste entre la denodada y solitaria acción de Dionisio Vilca por recuperar el cuerpo de su joven hijo, el suboficial César Vilca, por un lado, y el manipulador comunicado del Ministerio del Interior que pretendió protagonismo en una acción a la que fue ajeno, por el otro, provocó una reacción nacional de cara a la “Operación Libertad”. Lo que se inició con la versión de una impecable liberación de trabajadores rehenes en manos de Sendero, terminó convirtiéndose en lo que parece un improvisado plan de acción y una sucesión de errores y fracasos que llevó a policías y soldados a trampas mortales que hoy han implicado 8 muertos, numerosos heridos y ninguna captura importante del terrorismo senderista.

La Operación se dio con problemas de fondo que vienen de atrás y están irresueltos: enormes carencias logísticas de la PNP y las FFAA, escaso presupuesto, bajos sueldos, uso de helicópteros inadecuados y sin respaldo, falta de equipos de comunicación, ausencia de inteligencia y planeamiento serios, no improvisados. ¿Fue el secuestro para conseguir un rescate (y ¿se pagó?) o buscó echar un anzuelo para que los persigan en suelo minado y sembrado de francotiradores, con un efecto mediático y político? Es un balance pendiente.

El caso de los tres combatientes desembarcados por un helicóptero y perdidos, colocó en entredicho la seriedad del acompañamiento a efectivos en condiciones críticas, mientras el auto-salvataje del suboficial Astuquillca y el rescate del cuerpo de Vilca Vega, junto a la dolorosa realidad de otros 7 muertos, ponían en evidencia serios errores, sin mencionar los problemas con la población civil y su seguridad en la zona.

Denuncias de la vergonzosa compra de chalecos antibalas inútiles y raciones de combate descompuestas en el gobierno de García nos recordaron la necesidad de firmeza en la lucha anticorrupción en casos cercanos a la traición a la Patria, casi repitiendo el estilo de compras militares sobrevaluadas e ineficaces con Fujimori en pleno conflicto internacional.

La Caja de Pandora abierta ha colocado en severa crisis al Gabinete Valdés. Y su respuesta a la demanda de renuncia o censura a los Ministros del Interior y de Defensa -un sentimiento nacional extendido que rebasa al debate parlamentario- ha sido de lo peor. Nadie asume responsabilidades políticas ni operativas. El Premier no reconoce fracasos, habla apenas de “imprecisiones”. Ni corregir errores ni aceptar cambios; dice a quienes así lo exigen que favorecen al terrorismo y son generales después de la batalla. El propio Presidente reafirma en su cargo a los cuestionados ministros y parte en largo viaje al Asia. ¿Ignora que carece del apoyo congresal hasta de sus aliados en la segunda vuelta y que hay evidente malestar en sus propias filas? La censura, en estas circunstancias, tendrá terreno propicio y, con ella vendrá no sólo un remezón al gabinete Valdés, sino la necesidad de discutir seriamente la estrategia integral frente al senderismo y al narcotráfico, de constituir la Autoridad Autónoma del Vrae para dar respuestas sociales, económicas, políticas y no sólo militares, asumiendo la responsabilidad del MEF de aportar los recursos (e ingresos) necesarios para el efecto.

Pero el escenario tiene otros puntos calientes. Hay numerosos focos de conflicto social y 9 muertos, pero se mantiene la misma intolerancia e ineficiencia de Valdés para abrir mecanismos de diálogo con la población o cumplir con compromisos asumidos. Los hechos de Paita, con dos muertos y 26 heridos de bala, son los últimos que han conmocionado al país (luego de Cañete, Apurímac, Cajamarca o Madre de Dios) y han puesto en cuestión si cambiará la política de criminalización de la lucha social o si se mantendrá también el piloto automático en este asunto como en la política macro-económica anterior.

Es hora de asumir responsabilidades políticas por errores y fracasos, de corregir políticas y encomendar su ejecución a quienes puedan cumplirlas. Hacer el juego al senderismo y al narcotráfico es no asumir un cambio de rumbo y persistir en el error y la autosuficiencia.


Reproducción por iniciativa del autor.

http://www.larepublica.pe/columnistas/contracorriente/responsabilidad-politica-07-05-2012

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