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IRAK - A 10 años de la invasión
Niko Schvarz
Viernes 5 de abril de 2013, puesto en línea por
01 de abril de 2013 - Se cumplieron el 19 de marzo los 10 años de la invasión de Estados Unidos y otros países occidentales a Irak, de acuerdo a lo resuelto unos días antes en las islas Azores por George W. Bush, Tony Blair y José María Aznar (“el trío de las Azores”). Ese día se realizaron una serie de atentados mortíferos en Bagdad, Mosul y otras ciudades, que dejaron alrededor de un centenar de muertos. No era aquella la primera invasión de este siglo por parte de las fuerzas armadas de EEUU y la OTAN: había sido precedida por la invasión a Afganistán, desencadenada el 7 de octubre de 2001 (operación “Justicia Infinita”, luego “Libertad Duradera” de George W. Bush), al mes siguiente de los atentados a las Torres Gemelas y al Pentágono (11 de setiembre 2001). Tampoco sería la última: fue seguida por la invasión a Libia en marzo 2011, extrapolando de manera criminal una resolución de la ONU para establecer una zona de exclusión aérea, con posterior asesinato de Muamar Khadaffi y virtual ocupación del territorio. Antes habían asesinado a Osama bin Laden en territorio de Pakistán, donde permanentemente sus aviones no tripulados (drones) provocan muertes selectivas y colectivas, todo ello al margen de la ley internacional.
Tampoco era la señalada la primera invasión a Irak. En enero de 1991 una alianza de 32 países capitaneada por EEUU inició la Guerra del Golfo contra Irak, aplastaron a los soldados irakíes bajo las orugas de sus tanques y sellaron su derrota total. Esta invasión siguió a la guerra entre Irán e Irak que se extendió entre 1980 y 1988. En su transcurso, el 17 de junio de 1981, aviones de Israel destruyeron la central atómica civil de Tamuz (Osirak) con el pretexto de que Irak se proponía producir bombas atómicas. En la Guerra del Golfo las tropas yanquis y de la OTAN no llegaron hasta Bagdad, pero completaron su obra en la invasión iniciada 10 años atrás, en marzo 2003, llegando a la capital en abril y unos meses después, en diciembre, capturaron a Saddam Hussein y lo mataron.
Desde fines del siglo pasado y comienzos del actual, Estados Unidos y sus aliados de la OTAN han llevado la guerra, la ocupación de territorios, el asesinato selectivo y colectivo y el saqueo de las riquezas naturales en Irak por partida doble, en Afganistán, en Libia y en Pakistán. Una nueva versión del “siglo americano”.
En la invasión de marzo 2003, cuyos principales responsables son el presidente George Bush, el vicepresidente Dick Cheney, el jefe del Pentágono Donald Rumsfeld y el secretario de Estado Colin Powell, la población fue impactada por bombardeos, misiles, proyectiles con uranio empobrecido y fósforo blanco (principalmente en Falluyah), por parte de un contingente de 170 mil soldados de decenas de países, siempre con mayoría y bajo liderazgo estadounidense. ¿Cuántas fueron las víctimas? Dennis Kucinich, congresista estadounidense y uno de los pocos que se opuso a la guerra, trazó el siguiente balance: 4488 pérdidas de soldados estadounidenses, 33 mil heridos y nada menos que 1:000.000 de civiles iraquíes muertos. Otras estimaciones elevan considerablemente esta cifra hasta un millón y medio. El documentalista Michael Moore dijo que Bush, Cheney, Rumsfeld y Wolfowitz son criminales de guerra y que el imperio protege a sus “son of a bitch”.
A esto se agregan los terribles daños y malformaciones provocadas en la población iraquí por los bombardeos con sustancias altamente tóxicas (fósforo blanco y uranio empobrecido), cuyas consecuencias se resienten hasta hoy. Un estudio especializado señala que el porcentaje de malformaciones congénitas registradas en Falluyah desde 2004 hasta hoy es mayor al porcentaje consignado en las ciudades de Hiroshima y Nagasaki tras las bombas atómicas lanzadas por EEUU a finales de la segunda guerra mundial. Si en las ciudades japonesas el índice se situaba entre 1% y 2%, en la ciudad irakí es de 14,7%. Otro análisis publicado el mismo día 23 de marzo indica que “los ciento de toneladas de residuos tóxicos que dejó la guerra en Irak ha estimulado la aparición de enfermedades que antes no se veían en este país. Los científicos y médicos registran nuevas mutaciones y enfermedades en los riñones, los pulmones y el hígado, así como el colapso total del sistema inmunológico”.
Asimismo, la destrucción de la infraestructura social, viviendas, caminos, centrales eléctricas, escuelas, refinerías, todavía perdura. La mayoría de los iraquíes carece de agua potable, los servicios públicos (educación, salud, electricidad) son precarios, sólo el 40% de los ciudadanos tiene trabajo. Hay 2,7 millones de desplazados internos y 2 millones de refugiados en países limítrofes, según datos del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados.
Lo único que funciona adecuadamente es la industria petrolera, con un rendimiento de 373 mil millones de dólares anuales.
Por algo será. “Detrás de la estela de humo, llanto, escombros y cuerpos mutilados que dejaba cada bombardeo –dice una nota- lo único que florecía entre el Tigris y el Eufrates eran los negocios de Halliburton, la compañía petrolera del ex vicepresidente Dick Cheney. De lejos, los más favorecidos, como en toda guerra, fueron los del complejo militar-industrial. Militares, constructores y otros contratistas han ganado 138 mil millones de dólares en los últimos diez años en Irak”.
Pero, ¿cuánto le costó la guerra a la economía norteamericana? El frente iraquí consumió un billón (millón de millones) de dólares, aunque el destacado economista Joseph Stiglitz estimaba la suma de los gastos, ya en 2008, en 3 billones de dólares.
La guerra, la invasión, las muertes y destrucciones en estos diez años en Irak se basaron en una gigantesca mentira, propalada por el imperio y sus asociados y amplificada por una monstruosa campaña de desinformación mundial: la de que Irak poseía un arsenal de armas de destrucción masiva (ADM) y que estaba en estrecha ligazón con Al-Qaeda, responsable de los atentados del 11 de setiembre 2001. Eso justificaba lo que se denominó una intervención militar “preventiva”. No encontraron ni una sola arma de destrucción masiva.
Pero hay más. Los gobernantes estadounidenses sabían perfectamente que no había ADM en manos de Saddam. Es lo que demuestra un estudio documental minucioso efectuado por el periodista Juan Gelman. Menciona una investigación de la Cámara de Representantes de EEUU efectuada en 2004, según la cual el presidente Bush, el vicepresidente Cheney, el secretario de Defensa Rumsfeld, el secretario de Estado Colin Powell y la consejera de Seguridad Nacional Condoleezza Rice formularon 237 declaraciones engañosas sobre la amenaza que representaba Irak, y al menos 61 de ellas tergiversaron los lazos de Irak con Al-Qaeda. Una posterior investigación del Senado, en 2006, también destacó esas falsedades. Se reveló además que en 2002 se autorizaron los “métodos duros”, es decir las torturas, para descubrir evidencias que vincularan a Irak con Al-Qaeda. En síntesis: la Casa Blanca se apoyó en falsedades de las que era consciente para invadir Irak, explotando la indignación por los atentados del 11 de setiembre 2001.
Justamente ahora, en el décimo aniversario de la invasión, apareció en El Cairo el ex secretario general del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), el egipcio Mohamed El Baradei, quien declaró que el organismo jamás declaró que Irak poseyera armas de destrucción masiva. “Diez años después, la guerra de Irak sigue siendo un acto de engaño”, expresó El Baradei, que integra las fuerzas de oposición al presidente Mohamed Mursi. En sentido análogo, vimos en un programa de la BBC de Londres al diplomático sueco Hans Blix, que fue jefe de la comisión de inspectores de la OIEA, quien manifestó desde Estocolmo su esperanza de que EEUU y sus aliados no repitan en Irán el error cometido con el ataque a Irak. En este país se retiró el grueso de las tropas militares yanquis, pero quedan algunos cientos de efectivos en la zona verde de Bagdad, donde está emplazada su embajada. Además, EEUU reforzó con 30 mil unidades el frente afgano, amenaza a Irán y también está interviniendo en Siria.
El tema de Irak se proyecta a estos dos frentes, y tiene candente actualidad. Por las amenazas de Israel y EEUU contra Irán, por una parte, repitiendo el falso argumento de las armas de destrucción masiva, como lo hizo contra Irak. Y en segundo lugar, en relación con Siria. El jefe del comando supremo de la OTAN en Europa, el almirante yanki James Stavridis, indicó que las fuerzas armadas de EEUU están “preparadas, si se nos llama para intervenir en el conflicto sirio, como en Libia”. Ante el Comité de las Fuerzas Armadas del Senado, Stavridis dijo que la OTAN considera un amplio abanico de operaciones”, entre las que se baraja el establecimiento de una zona de exclusión aérea con ayuda de baterías de misiles Patriot de la OTAN instaladas en Turquía. Mientras países como Rusia abogan por la no intervención en el conflicto sirio, la OTAN está apoyando abiertamente a la oposición armada en ese país. Cabe recordar que el establecimiento de una zona de exclusión aérea fue el pretexto invocado por el Consejo de Seguridad de la ONU en marzo de 2011 para dar vía libre a la intervención armada de la OTAN en Libia.
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