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GUATEMALA - Conferencia Episcopal, ¿al servicio de quién?
Ollantay Itzamná
Lunes 9 de marzo de 2015, puesto en línea por
El pasado 24 de febrero, la Conferencia Episcopal de Guatemala (CEG), lanzó su comunicado pastoral titulado “Ante el bloqueo de caminos”. En dicho documento pastoral los obispos católicos de Guatemala sostienen lo siguiente:
“En los últimos años, la práctica de bloquear vías de comunicación se ha convertido en una práctica normal (…) Tales bloqueos también son con frecuencia resultado de proyectos ideológicos que pretenden crear desestabilización social y política y alterar el normal desarrollo de la actividad económica del país. (…) Con frecuencia estas son acciones fundadas en consignas ideológicas que no están orientadas a la construcción del bien común (…)” .
¿Por qué el contenido del comunicado coincide con el discurso del Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras (CACIF) de Guatemala? ¿Por qué intentan descalificar la protesta de las y los excluidos con el tabú ideológico y no denuncian las causas del bloqueo de caminos? ¿Acaso no son los empobrecidos quienes soportan el permanente bloqueo de derechos y oportunidades durante los 365 días del año? ¿De qué estabilidad y paz social hablan los obispos? ¿De la estabilidad de los ricos? Para las grandes mayorías, excluidas y empobrecidas del país, no existe ni paz, ni estabilidad, porque el hambre producto de la avaricia de los ricos no les permite conciliar el sueño.
Mientras el Papa Francisco I intenta, con sus mensajes sociales, atenuar la estampida creciente de la feligresía del redil católico, jerarcas de Guatemala subestiman el despertar de “sus” creyentes nacionales, e intentan re arrodillarlos al servicio de los privilegiados patrones católicos.
La casta de patrones de Guatemala sabe que la molestia y el resentimiento popular creciente, frente al recargado sistema neoliberal, está en buena medida animado por animadores y catequistas de las parroquias. Es más, casi el 100% de las y los insubordinados movilizados son cristianos (católicos y evangélicos). Además, son conscientes que la capacidad creativa de la resistencia popular pacífica sobrepasa la capacidad mental de los estrategas de la criminalización y la represión. ¿Será por eso que, ahora, recurren a los agentes espirituales para desmovilizar a los insubordinados?
Este y otros documentos de la CEG no sólo externaliza el envejecimiento intelectual y el hundimiento moral de los jerarcas católicos, sino es una materialización más de la función primordial que cumplió y cumple la jerarquía católica para el sistemático empobrecimiento y colonización de nuestros países. Todo a cambio de recompensas económicas y reconocimientos sociales por parte de la casta patronal.
El subversivo movimiento místico-espiritual de las y los seguidores del Judío, llamado Jesús de Nazaret, fue convertido en una religión oficial del imperio romano, en el siglo IV. Así este movimiento de liberación se convirtió en el instrumento más eficiente para la dominación/empobrecimiento de los pueblos, y el enriquecimiento de unos pocos católicos privilegiados.
Simón Bolívar dijo: “No nos dominarán por la fuerza. Nos dominarán por ignorantes.” Pero, en países como Guatemala, donde hay más iglesias que niños felices, no nos dominan por la fuerza, ni sólo por ignorantes, sino sobre todo por creyentes.
En Guatemala, en la segunda mitad del siglo XIX, los liberales, al igual que en varios países de Centroamérica, intentaron impulsar cambios estructurales para democratizar el conocimiento, la ciudadanía, los derechos y la economía del país. Modernizar, llamaron ellos. Pero, los privilegiados católicos (en nombre de Dios) con una infinidad de artimañas supersticiosas, incluso con el uso de la fuerza, revirtieron aquellos loables intentos. Francisco Morazán fue vencido por prédicas amenazantes desde los púlpitos. (MARTÍNEZ, 1992)
En el siglo XX, la denigrada Revolución Nacional (1944-1954) recibió el tiro de gracia con la Carta Pastoral (1954) “anti comunista” de la jerarquía católica que vilipendiaba y amenazaba con el castigo del infierno eterno al comunista Jacobo Árvenz y a sus seguidores de persistir en sus “caprichos” de socializar la tenencia de la tierra en el país.
Dicha carta pastoral fue distribuida y leída simultáneamente en todas las parroquias, en los últimos domingos previos al derrocamiento del gobierno revolucionario. Incluso, avionetas “desconocidas” sobrevolaron las ciudades principales regando desde el cielo dicho documento como panfletos. Así se desmovilizó a indígenas y campesinos creyentes que bien pudieron defender desde las calles aquel intento revolucionario. (SCHLESINGER y KINZER, 1982)
Desde hace algunos años atrás, la tercera ola de la invasión del capitalismo por despojo-expulsión en Guatemala también recurrió y recurre al método de la instrumentalización de la religión para invadir y apropiarse las tierras de los creyentes.
Para defender y legitimar la invasión de los monocultivos, en 2012, el Arzobispo de Guatemala, salió en defensa de las esclavistas empresas azucareras, predadoras de la vida. Desde la televisión, el mitrado intentó desmentir todas las penurias que padecen las y los jornaleros exprimidos hasta con trabajos de 12 a 14 horas diarias en los cañales por sueldos por debajo del mínimo establecido. (CODECA, 2013). Así fue cómo la Guatemala creyente nuevamente se resignó y se encarceló en la prisión verde de los monocultivos en la que, ahora, sobrevive.
En la actualidad, las comunidades campesinas e indígenas se sienten amenazadas, violentadas en su último reducto de vida, sus territorios, por los agentes del “desconocido” programa de Alianza Público Privado y del capitalismo metálico. Éstos van por todo, y por todas partes, en busca de los residuos dejados los saqueadores anteriores. En especial en el área de energía, infraestructura, minería y servicios básicos.
Frente a esta acelerada cabalgata de los jinetes del apocalipsis maya, las comunidades afectados se organizan y movilizan, en el marco de la democracia participativa. Pero, el Estado, convertido en tramitador de concesiones, y escolta de los agentes de la “inversión privada”, intenta escarmentarlos con “mano dura”, incluso asesinando a defensores/as comunitarios de derechos. Pero, como esta represión violenta, lejos de escarmentar, acrisola las luchas sociales, los ricos nuevamente utilizan a la jerarquía católica como agentes eficientes para mantener su hegemonía.
Cuantos se sienten interpelados por el comunicado pastoral de la CEG, en defensa de los intereses del CACIF y de los jinetes de la debacle planetaria, deberían comenzar a revisar la historia de Guatemala en comparación con otros países. ¿Por qué será que países cuyas poblaciones son menos creyentes viven con mayor igualdad socioeconómica que en Guatemala? ¿Por qué será que en países donde abundan más biblias, pastores, iglesias que libros, profesores y escuelas sobreabunda la miseria, el hambre y la desigualdad social? ¿Será que Dios no ama a sus creyentes? ¿O será que Dios renunció a ser Dios?