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AMÉRICA LATINA - Seguridad, democracia y Estado
Enrique Amestoy, revista América Latina en Movimiento
Martes 20 de febrero de 2018, puesto en línea por
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Octubre-noviembre 2017 - Revista América Latina en Movimiento - Uno de los ejes del “Diálogo por una Internet Ciudadana” realizado en Quito entre el 27 y 29 de setiembre de 2017 se tituló “Democracia, Seguridad y Estado”. Se me antoja reordenar los términos que definen dicho eje e intentaré dar mi opinión respecto a que, en temas de corte político, el orden de los factores sí que puede alterar el producto.
Es indiscutible que puede existir un Estado sin que exista Democracia, lo vivieron nuestros pueblos desde los 60’s y hasta bien entrados los 80’s como es el caso de Chile y las decenas de ejemplos a lo largo de la historia de la humanidad. También es fácilmente demostrable que hubo aberrantes conceptos de seguridad aplicados en cada uno de los diferentes países que las sufrieron; uno de los ejes centrales fue que los lineamientos para todas las dictaduras se escribían en los EEUU y que los militares golpistas eran formados básicamente en la “Escuela de las Américas” o debería decir “Escuela de Asesinos” apoyándome en la propia historia. Democracia entonces, sí podría ir en primer lugar, como el título del eje de debate en tanto sin Democracia no es posible concebir un Estado y la Seguridad que los pueblos requieren, veamos...
Si el eje principal es la Internet, debemos pensar que sin Seguridad y Democracia en la red, los Estados dejan de ser independientes y soberanos, de tomar sus propias decisiones. Mas los Estados no son objetos abstractos, por el contrario: son millones de seres humanos que nos paramos sobre el mismo suelo para decidir, compartir, debatir, elegir nuestros destinos y todo lo que implica la vida en un Estado democrático. Por lo tanto es dable considerar que los millones de ciudadanos que compartimos el mismo suelo, nuestro suelo americano en tanto la visión de Estado / Nación la concibo perimida, debemos conocer, interiorizarnos de la situación actual de la Seguridad en la Red en el entendido de que casi la totalidad de nuestro diario vivir transcurre de una u otra forma en ese espacio virtual.
¿Quién creó y quién toma decisiones en Internet?
Se dice que la génesis de la “red de redes” pudo ser de corte académico, con la necesidad de universidades de compartir materiales, interconectarse entre pares, etc. También pudo haber sido una necesidad militar con obvia intención de entrelazar mas no precisamente para generar mejores capacidades académicas o menos aún de generar mejoras en la vida de la gente.
A esta altura de los acontecimientos, entiendo que poco o nada importa investigar sobre el cómo y para qué se ha creado y quién decidía sino que lo realmente importante es ver cómo se maneja Internet hoy día, quiénes son los tomadores de decisiones, cuál es el papel de nosotros como usuarios o menos aún dedicar tiempo a analizar las fortalezas y debilidades de un sistema que vino para quedarse y que crece día a día a pasos agigantados.
La mayoría de nuestros salarios pasan por transacciones bancarias, estas transacciones son informáticas y por lo tanto en alguno de sus tramos utiliza Internet para funcionar. De la misma forma cuando compramos o vendemos con tarjetas de crédito o débito. Cada día es más común realizar compras de pasajes aéreos, boletos de transporte colectivo o solicitar un taxi desde nuestra computadora o desde nuestro celular. Ese teléfono llamado “inteligente” porque nos permite realizar lo que hace 20 años solo era posible con decenas de aparatos (computadora, cámara de fotos, lector de documentos, GPS, etc, etc, etc). Dependiendo de la región o el país hay aproximadamente un 94% de los celulares que utilizan Android o iOS. En algunos la preponderancia es de Android y en otra de iOS. Pero lo cierto es que Google y Apple, propietarias de los sistemas operativos, controlan o potencialmente tienen la posibilidad de controlar, absolutamente todos los movimientos que realizamos: nuestras transacciones bancarias, geolocalización (saber dónde estamos a cada instante), ver nuestras fotografías, saber por dónde nos movemos o cuales son nuestras rutas diarias, etc.
Por lo tanto la concentración monopólica de estas dos empresas hace presumir que existe falta de seguridad, no nos permiten saber a ciencia cierta qué es lo que hacen con nuestros datos almacenados en la “nube”, con quién o quienes comparten nuestra información privada (Snowden ha dado claras señales desenmascarando al Plan PRIMA y las empresas que colaboran cediendo los datos de sus clientes a las agencias norteamericanas de inteligencia). En la navegación por la red también aparecen otros jugadores como Facebook, Microsoft, Amazon, Microsoft o Uber. Y hay más: en la misma cancha juega George Soros con la OpenSocietyFoundation o la FordFoundation. Ambas “colaborando” con los procesos de “Datos Abiertos” u “Open Data”.
Continuando con la red: para que haya tráfico desde nuestro teléfono o computadora se requieren redes físicas, cables. Estas redes tienen dueño y por lo tanto tienen quien pueda analizarlas, filtrarlas, controlarlas o bloquearlas. El análisis de la concentración monopólica en la propiedad de las redes en nuestros países así como los cables de fibra óptica subacuáticos que permiten interconectar a todo el mundo, es altamente preocupante ya que son muy pocas empresas, que responden a los mismos intereses monopólicos globales y de concentración de poder. Los países centrales controlan con sus agencias la información vertida por empresas que responden a sus intereses, la casi totalidad de las comunicaciones de redes mundiales. Con la capacidad de utilizar enormes computadores para analizar la información que nosotros los usuarios les damos a diario (esto lo conocemos como Big Data [1]).
Con toda esa información se puede “mágicamente” hacer aparecer un pop-up (los “cartelitos” que aparecen en el navegador cuando estamos en Internet) que nos ofrece algo que “casualmente” minutos atrás buscamos en una tienda en línea o que simplemente conversábamos por chat con alguien más. Lo mismo con las sugerencias que “casualmente” nos muestra Facebook o qué publicaciones hace que aparezcan al principio de nuestra página en dicha red social.
También analizando nuestra información vigilada se puede disparar un misil, si así lo entiende quien analiza la información. Recuerdo la detención de dos ciudadanos ingleses al llegar a un aeropuerto en EEUU porque, previo a su partida de Europa, habrían intercambiado mensajes donde señalaban “break EEUU” o algo similar que hizo creer a las agencias norteamericanas que se trataba de terroristas, cuando seguramente hablaban de “romper la noche” con la simple intención de divertirse en una noche de salidas, música o tragos. Hay una finalidad comercial alarmante que genera millones a quienes juegan en esta cancha y a las empresas a las que les “ceden” la información colectada por las empresas anteriormente mencionadas. ¿Se ha preguntado usted porqué Google es tan generoso y con la sola creación de una cuenta @gmail.com en su nuevo teléfono inteligente, automáticamente le cede “gratis” 15Gb de disco duro para crear documentos, almacenar correos, fotos y todos los etcéteras que sus productos ofrecen?
Cuando niño me decían: “lo barato sale caro” y hoy digo “lo gratis es más caro aún”. Una simple operación me dice que con 68 usuarios de 15Gb cada uno se llena un disco duro de 1Tb que en plaza cuesta US$70. La propia Google señalaba meses atrás, tener 2.000 millones de usuarios activos. Haga cuentas y llegará a cosas tan sorprendentes como que se requieren unos 30 millones de discos de US$70 para dar soporte a todos esos usuarios. Olvídese de contar costos de energía eléctrica, edificios para alojar computadores, el salario de los miles de ingenieros, programadores y demás funcionarios que tiene la corporación para hacer que todo ese imperio funcione. Insisto: ¿gratis?
Indudablemente hay otra faceta que es el control político, social y vigilancia. Al analizar los datos que nosotros día a día volcamos, permite generar estrategias mediáticas o políticas para frenar avances de organizaciones, para activar lo que llamamos “bots” o cuentas falsas en las diferentes redes sociales para generar opinión pública o tendencia sobre uno u otro dato. Veamos lo ocurrido en Venezuela o en Brasil, donde el papel de las redes controladas por bots o los medios hegemónicos como O Globo apoyaron intentos de desestabilización política o derrocaron presidentes. Insisto: todo realizado gracias al análisis de los datos que nosotros consciente o inconscientemente les damos minuto a minuto. Los golpes blandos de la mano de la denominada ciberguerra [2] son una realidad a combatir.
¿Tenemos opciones alternativas a la concentración y el control?
Hemos llegado a un punto de desarrollo tecnológico y de control hegemónico que parece imposible pensar en salirse de esa máquina, que gira y gira cada vez más rápido y nos envuelve, no nos permite pensar con claridad. Está tan bien aceitada que ha logrado generarnos una sensación de bienestar, de que el calentador de agua “smart”, que podemos encender o apagar desde nuestro celular saliendo del trabajo, es la panacea y la forma en que debemos vivir. ¿Cuántos ámbitos de reunión, conversación o discusión política, social o incluso familiar hemos cambiado de lo físico para el “grupo de Whatsapp (“casualmente” propiedad de Facebook)? Estamos aletargados. Como el perro con la garrapata engordando prendida de su cuello pero sin saber de su existencia gracias a la anestesia que le inyecta, chupándole la sangre, reproduciéndose y continuando chupando sangre “anestesiada”.
Igual de anestesiado está nuestro sistema político. Creo que con los dedos de una mano me basta para contar la cantidad de presidentes, senadores, diputados, alcaldes, que ponen este tema en debate o que generan propuestas o instancias de discusión sobre el control social, político y cultural en el que nos sumergen las corporaciones de las que hemos hablado. Menos aún sobre el control que ejercen los EEUU y el resto de potencias centrales sobre nuestros gobiernos y pueblos. Me resuenan con tristeza las palabras del ex presidente Rafael Correa cuando, a poco de dejar la presidencia de Ecuador y en una entrevista concedida a una FM de mi país Uruguay, se lamentaba del nulo apoyo que tuvo su propuesta ante UNASUR de crear un “Anillo de Fibra Óptica” del bloque. Nada más ni nada menos que unificar intenciones políticas y recursos económicos para generar cableado de fibra óptica de todos los países del sur, que nos permitiese una autonomía de uso y control mientras traficamos datos en las redes entre nuestros países.
El mismo destino llevaron las propuestas del Grupo de Seguridad de Mercosur del setiembre de 2013 [3] de generar centros de datos unificados del bloque, coordinar con UNASUR para que el “músculo” fuese mayor, dar seguridad a usuarios y Estados sobre posibles escuchas, ataques, etc.
En una realidad política regional donde las derechas han vuelto a ganar terrenos, por artilugios legales como en Brasil, o por las urnas como en Argentina, o el propio retroceso, también por la vía de las urnas, del proceso de la “Revolución Ciudadana” en Ecuador, parece mucho más real que nunca lo que dijese José Artigas hace más de doscientos años: “nada debemos esperar sino de nosotros mismos”. Y en este sentido está casi todo por hacer, es casi un libro blanco donde organizaciones sociales y políticas, donde la ciudadanía toda, debemos ponernos a escribir idea, debate y propuestas. Apoyo los proyectos de redes sociales regionales, como es el caso de Facepopular [4] (alternativa a Facebook), mas entiendo que si allí solo tengo a mis amigos “convencidos” de poco o nada sirve. Lo mismo cuando utilizo Telegram o Signal como alternativas a Whatsapp si mis contactos no lo utilizan. Y los tendidos de redes es claro que no los podemos llevar adelante solo con voluntad militante: se requieren millones para realizar obras de infraestructura como cableados o centros de datos regionales que anteriormente mencionaba.
Por lo tanto entiendo que las organizaciones sociales y movimientos progresistas de nuestro continente debemos aunarnos para exigir a nuestros gobernantes la creación de estos instrumentos emancipadores en lo que a redes e infraestructura refieren. Que se nos permita participar con voz y voto, junto a las corporaciones, de ser escuchados junto a la falacia de “múltiples partes interesadas” que define la Gobernanza mundial de Internet hoy día. Llevar este debate al seno de nuestras organizaciones sociales y políticas y ponerlo en tapa de agenda, porque el control y la vigilancia nos quitan seguridad, sin Seguridad es imposible concebir Democracia y sin ésta no se concibe el concepto de Estado.
Enrique Amestoy es socio de la 1era Cooperativa de Tecnologías Libres en Uruguay Libre, Coop. Fundador del Centro de Estudios de Software Libre Uruguay (CESoL) y la Red Iberoamericana de SL (RISOL), Ex asesor en TIC del MRREE de Uruguay y miembro del Consejo Asesor Honorario de Seguridad AGESIC.
Fuente: Revista América Latina en Movimiento n° 528-529 “Internet ciudadana o monopolios”, octubre-noviembre 2017.