Portada del sitio > Español > Latinoamérica y Caribe > GUATEMALA - ¿Por qué crece el movimiento indígena campesino CODECA?
GUATEMALA - ¿Por qué crece el movimiento indígena campesino CODECA?
Ollantay Itzamná
Jueves 10 de noviembre de 2016, puesto en línea por
La estigmatización y criminalización de la protesta social, por parte de la élite político empresarial tradicional y emergente, fue y es una constante tan antigua como la Colonia y la condición de la colonialidad subsistente en Guatemala.
Durante la Colonia, el único indio bueno era el indio muerto. Durante la República, el indio permitido (obediente y bien portado) era el único con posibilidad de sobrevivir como combustible para mantener la estructura de la economía nacional.
Fue la República colonial que fabricó y saturó a Guatemala de indígenas y campesinos despojados y deshabitados, presencias incómodos para las élites y para buena parte la clase media colonizada.
En este contexto surge el movimiento social indígena campesino denominado Comité de Desarrollo Campesino (CODECA), creado por indígenas casi analfabetos, en 1992, en la Costa Sur de Guatemala, actual prisión verde implantada por las plantaciones de monocultivos.
En los últimos años, este movimiento social creció proporcional al dolor ocasionado por el sistema neoliberal en las comunidades y territorios indígenas del país. Al grado de convertirse, en la actualidad, en la mayor fuerza sociopolítica rural con presencia articulada en más de mil comunidades rurales organizadas en resistencia, en 20 de los 22 departamentos del país.
Tiene como estrategia elemental: organizar, concientizar, movilizar y forjar el poder local para la liberación de los pueblos. Su táctica es la hormigas: acciones colectivas multitudinarias, simultáneas, asamblearias. Su nido continúa siendo el área rural. Aunque por su visión política, su incursión en las ciudades es cada vez más persistente.
Esta organización que nació marginal para la retórica de cientistas sociales, tanto de la derecha como de la izquierda neoliberal, en la actualidad se ha convertido, a puro pulmón, en un actor sociopolítico importante en el país. No por los “trajes típicos” o folclóricos discursos para captar la atención mediática y/o fondos de cooperación, sino producto de su perseverante lucha movilizada. Y últimamente por su propuesta amplia e incluyente de cambios estructurales para esta Guatemala (en creciente descomposición social violenta) que no encuentra luces de ninguna parte.
Este movimiento de desobedientes que “desalambran la finca patronal”, plantea la renacionalización de todos los bienes y servicios saqueados/acumulados por las empresas transnacionales (comenzando del servicio de la electricidad).
Propone la creación de un Estado Plurinacional (con autonomías territoriales indígenas) con la participación de todos los pueblos y sectores, y así superar el intento fallido de la construcción del aparente Estado Mestizo, que por cerca de 200 años trajo más desgracias que beneficios para Guatemala.
El método o camino que emprenden estas comunidades para alcanzar estos objetivos es el proceso de una asamblea constituyente popular y plurinacional ascendente (de abajo hacia arriba, del campo hacia las ciudades) para consensuar una Constitución Política Plurinacional.
Con esta idea/contenidos organizan, concientizan, movilizan y construyen los poderes locales en y desde sus diferentes comunidades del interior del país.
Hacen su propio camino. No siguen ningún libreto, ni cartillas elaboradas fuera. Son transgresores permanentes y cotidianos del sistema capitalista y de la cooperación tradicional. Incomprendidos aún por las categorías o mapas mentales de analistas o intelectuales “bien pensantes”.
De allí quizás proviene el repudio y la recargada desacreditación mediática que propagan los medios de (des) información tradicional y emergente, y el silencio cómplice de la izquierda neoliberal y/o profesional ante la estigmatización, persecución, criminalización y selectivos asesinatos que soportan los defensores/as comunitarias organizadas en CODECA.
Dos de sus principales defensores (uno de ellos fundador y coordinador nacional) fueron secuestrados por criminales de la empresa eléctrica ENERGUATE, luego encarcelados (sin ninguna orden judicial) y enjuiciados arbitrariamente. Incluso la ONU, en abril pasado, por este caso, recomendó al Estado de Guatemala el resarcimiento y garantías de no repetición para los “detenidos ilegalmente”, pero la difamación y criminalización continuó y continúa.
Es en este contexto que se debe leer e interpretar el último paro nacional movilizado realizado en 20 de las 22 ciudades principales del país, el pasado 26 de octubre, por CODECA. Una acción colectiva, simultánea, autofinanciada, autoorganizada, multitudinaria, y políticamente bien definida que dejó perplejos a propios y extraños por su impacto y la desacertada respuesta de la prensa racista empresarial y del aparato estatal.
CODECA no va por reformas al Estado, o para restablecer la paz social del sistema neoliberal. CODECA va por transformaciones estructurales profundas y trascendentales, desde lo cotidiano/local hacia lo nacional. Sin fronteras, ni limitaciones de ningún tipo. Esta aspiración es lo que hace que este movimiento sociopolítico se expanda social y territorialmente, incluso por encima de la guerra mediática desigual que libra.