Portada del sitio > Español > Latinoamérica y Caribe > ARGENTINA - El extractivismo energético y la encrucijada del capitalismo verde
ARGENTINA - El extractivismo energético y la encrucijada del capitalismo verde
Hernán Scandizzo, Punto de debate
Martes 12 de septiembre de 2017, puesto en línea por
Todas las versiones de este artículo: [Español] [français]
Agosto de 2017 - Punto de debate n° 12.
Los proyectos energéticos ocupan un lugar importante en el acumulado de luchas ambientales sostenidas durante los últimos treinta años en Argentina. La oposición a la construcción de represas, al desarrollo de centrales nucleares, a la ampliación de la frontera hidrocarburífera, las denuncias por la contaminación petrolera, la negación a que se instale la central carboeléctrica de Río Turbio (Santa Cruz), son algunos de los derroteros, con suertes diversas. En el momento actual confluyen fuertes debates y movilizaciones contra la avanzada del fracking –que es una realidad a partir del Yacimiento Petrolífero de Vaca Muerta y que lentamente se extiende a la Patagonia Austral–, la central nuclear proyectada en la provincia de Río Negro y las represas sobre el río Santa Cruz. Durante décadas los impactos socioambientales de las diferentes fuentes ocuparon un lugar preponderante en nuestras críticas, en la construcción de discursos y de saberes, pero no siempre nuestros análisis avanzaron sobre las relaciones sistémicas que determinan la necesidad y la escala de esos proyectos. Es decir, no siempre tuvimos en cuenta la centralidad que la energía tiene para la superveniencia del capitalismo, que demanda el crecimiento constante.
El escaso desarrollo de esa crítica y la necesidad (urgente) de profundizar en ella se torna palpable en esta coyuntura en la que el avance de los sectores concentrados de la economía –nacional y trasnacional– sobre la generación de energía a partir del desarrollo de fuentes renovables –solar/eólica– no despierta un rechazo similar al del fracking, las megarepresas o las centrales nucleares, sino que, por el contrario, es percibido como un hecho positivo por amplios sectores de la población. Los proyectos de fuentes caracterizadas como ambientalmente amigables logran eclipsar que son una nueva expresión del proceso de enajenación de las fuentes y de mercantilización de la energía. Así, la crítica focalizada en los impactos ambientales deja flancos libres para el avance del capitalismo verde.
Por eso es imperiosa la transición hacia una diversificación de la matriz energética. En la actualidad, los fósiles–gas, petróleo y, en muy pequeña escala, carbón–, que son altamente contaminantes, representan alrededor del 90% de fuentes primarias y, como alternativas –al margen del relato gubernamental verde de las renovables– aparecen el incremento de la participación de la hidráulica, con 55 proyectos en carpeta de diferentes escalas [1], y de la energía nuclear.
La construcción de otras sendas no sólo debe partir de las fuentes que podemos desarrollar. En un mismo nivel debemos plantear para qué las vamos a desarrollar/explotar, qué destino se va a dar a esa energía y en función de qué modelo de producción y relaciones sociales. Son preguntas necesarias para poder oponer alternativas tanto a quienes aspiran a convertir a la Argentina en una potencia hidrocarburífera, a partir de la explotación de gas y de crudo con la aplicación masiva del fracking; como también a quienes refieren a cierta zona de la Patagonia como la “Kuwait de los vientos” y postulan transformar al país en una potencia eólica, con exportaciones incluidas.
En este preguntarse el para qué de la energía resulta interesante adentrarse en el caso de las megarepresas proyectadas sobre el río Santa Cruz por el entonces presidente Néstor Kirchner y el gobernador de la provincia, Jorge Cepernic. Durante la Audiencia Pública realizada en julio pasado en el Senado de la Nación, el ministro de Producción de Santa Cruz, Leonardo Álvarez, aseguró que la realización de esas obras plantean la “posibilidad de un desarrollo regional sin precedente” en la provincia. Según el funcionario, éstas generan las condiciones para la instalación de industrias electrointensivas, como vía para la diversificación de una matriz productiva dominada por la explotación de hidrocarburos y la minería. “[Santa Cruz] necesita construir futuro a partir de la potencialidad energética con la que cuenta, no sólo hidrofluvial, sino también eólica y mareomotriz”, enfatizó. En el mismo ámbito el intendente de Puerto Santa Cruz, Néstor González, recordó que en otro momento ese proyecto estuvo “atado de la posibilidad de radicación de la compañía Aluar” en Punta Quilla, donde existe un puerto de aguas profundas. “Esta represa estaba pensada para darle energía a Aluar para sumar una planta a la de (Puerto) Madryn” [2]. Cabe acotar que también la extensión del Sistema Interconectado Nacional hacia la Patagonia Austral y la construcción de la fallida central carboeléctrica de Río Turbio fueron relacionadas con el proyecto electrointensivo de procesamiento de aluminio primario.
Aluar, el paradigma del gasto energético
Ubicada en Puerto Madryn, en la zona atlántica de la provincia de Chubut, Aluar es una de las mayores plantas de aluminio de Sudamérica. Historiar sobre la instalación de esta compañía hace más de cuarenta años, y su relación tanto con proyectos de generación de energía como también con obras de transmisión, nos permite poner en discusión el destino de la energía. Como nos enseñara el infatigable luchador socioambiental Javier Rodríguez Pardo, “el 75% de un lingote de aluminio lo compone la energía, el resto mano de obra, insumos y alúmina” [3].
Generar las condiciones para la instalación de esta empresa demandó la construcción de la represa de Futaleufú –cuya energía utiliza exclusivamente la planta de aluminio–, en un valle cordillerano cercano a la localidad de Trevelin, y el tendido de líneas de alta tensión de 330 Kv, a lo largo de 550 km, obras que corrieron por cuenta de la empresa estatal Agua y Energía Eléctrica. En 1995, en el marco del proceso de privatización de las empresas públicas, Aluar compró la mayoría del paquete accionario y hoy controla el 60,2%, la provincia de Chubut el 33,51%, y “otros” el 6,29% restante.
Hacia los primeros años de la década de 2000, la empresa planteó la ampliación de su producción, lo que implicó el tendido de una línea de alta de 500Kv desde Choele Choel (Río Negro) hasta la planta; es decir, 354 km. Por entonces, el periodista Julio Nudler afirmaba que esa fábrica consumía más kilovatios que toda la ciudad de Rosario o de Córdoba. La obra fue concluida en 2006 y marcó el primer hito de la unión del Sistema Interconectado Nacional con el Sistema Interconectado Patagónico. La empresa, además, cuenta con una central térmica de ciclo combinado propia.
Actualmente, el consumo de la planta de aluminio primario equivale al de una ciudad de más de un millón y medio de habitantes. El dato de por sí es gráfico, y más si lo trasladamos a la realidad demográfica de la Patagonia. Según proyecciones del INDEC, para 2017 la población de Tierra del Fuego, Santa Cruz, Chubut, Río Negro, Neuquén y La Pampa ascendería a 2.793.760; es decir que el consumo de Aluar equivaldría al de más de la mitad del total de habitantes de la región. Mientras que en el caso de Chubut, donde está asentada, el consumo de la planta estaría cerca de triplicar el de toda su población, estimada en 637.913 habitantes.
En 2016 Aluar, la única empresa de su tipo en el país, anunció dos proyectos de generación de electricidad, la instalación de un parque eólico de 170 molinos en las afueras de Puerto Madryn y la intención de construir la represa La Elena sobre el río Carrenleufú, en la zona cordillerana de la misma provincia. El proyecto del parque eólico está en marcha y goza de buena salud, en tanto la posibilidad de reflotar La Elena, planteada en varias oportunidades desde la década de 1970, despierta nuevamente las fuertes críticas que recibió hace una década, cuando se había retomado la idea de su construcción. Ambos proyectos energéticos tienen como destino la misma industria electrointensiva, que exporta el 73% de su producción; sin embargo, uno es objeto de más rechazo social que el otro. Ahí es donde nos gana el capitalismo verde.
Fuentes consultadas
CAMMESA, 2016. Informe Anual.
El Diario de Madryn, 17/07/2017. “Hidroeléctricas: En Chubut se intentaría reflotar el proyecto ‘La Elena’ ”. [Online]
El Economista diario, 29/06/2017. “Aluar apuesta a diversificar su matriz energética”. [Online]
IAPG, junio 2017. “Producción por cuenca”. [Online]
IAPG, junio 2016. “Producción por cuenca”. [Online]
iProfesional, 03/10/2016. “Aluar invertirá u$s600 millones para convertirse en proveedor de energía”. [Online]
Jornada, 29/06/2017. Aluar comienza a construir cerca de Madryn un parque eólico que tendrá 170 molinos. [Online]
Ministerio de Economía de la Nación, (s/f). Línea en Extra Alta Tensión de 500 KV Pico Truncado – Río Turbio – Río Gallegos – Calafate. Préstamo CFA 6966. [Online]
Página/12 (Julio Nudler), 31/08/2002. “Capitalismo abollado”. [Online]
PCR, 13/04/2016. “Aluar se niega a pagar el agua”. [Online]
Tiempo Sur, 21/12/2010. “A partir del interconectado se plantea una etapa de desarrollo”. [Online]
Fundación Rosa Luxemburgo, Punto de Debate, nº 12, agosto 2017, p. 3-5.
[1] Según declaraciones a la prensa, de concretarse la totalidad de los proyectos se incrementaría un 245% la provisión actual de energía. El Diario de Madryn, 17/07/2017.
[2] Ambas intervenciones fueron tomadas de Dirección General de Taquígrafos (20/07/2017). Audiencia Pública “Aprovechamientos Hidroeléctricos del Río Santa Cruz”. Versión Taquigráfica. Cámara de Senadores de la Nación.
[3] Intervención en el encuentro Patagonia: Nuevos Escenarios de Conflicto por el Territorio y Construcción de Resistencias, 21, 22 y 23 de septiembre, El Bolsón, Río Negro.